Este siglo 21 es de grandes verdades en “San
Pedro”. Gracias a un hijo de América Latina: Un lugar donde la corrupción sistémica,
siempre fue el adorno de los mandatarios de turno, con hábitos de católico
empedernido.
Según la TGC , este principio de ciencia no tiene raza,
nación, ideología o religión. Todo, a través de la ignorancia, se utiliza para
sacar un resultado económico, en perjuicio de los más necesitados.
Nunca antes, la Iglesia Católica ha demostrado
con tanta claridad, la diferencia entre la corrupción y el pecado. De éste, todos podemos ser perdonados por “Dios”, pero no así, de la corrupción. Cuyos
actos, hechos y prácticas, constituyen "estado, repetitivo y voluntario"; con
viso de legalidad ante la sociedad.
Tanta es la preocupación del Santo Padre, que
asegura que en la Iglesia
también existen la corrupción y la corruptela de sus miembros; que necesitan
ser denunciados, para traer una verdadera Iglesia de “Cristo”, y no una cueva
de corruptos, con cara de ángeles, ante el mundo globalizado.
San Pedro está feliz con esta realidad, de
buscar a “Dios” y no ser esclavos de ignorancia, acomodando a los prelados, según
la cara de los países.
Por primera vez, el mundo siente este
manifiesto del Papa. Asegurando que ser cristiano implica: Participación y
sentido de responsabilidad del evangelio de “Cristo”. Y no los dobles discursos
de los países católicos de América, donde la caridad se utiliza, para mantener
y agrandar la corrupción sistémica.
Aquí en Paraguay, lo hemos vivido todos. Hasta
un representante de la Santa Sede ,
trató, sin querer comprender la magnitud de este flagelo. Ayudar para
disminuir, sancionando a los que cometen actos, hechos o prácticas de corrupción.
Antes que le llegue la destitución, nuevamente, en manos de la corrupción
sistémica.
Este testigo de San Pedro, pudo ver que la
ignorancia, es agente de toda corrupción, aquí como en cualquier lugar del
mundo. Por allí comienza, la curación social del país.