Indudablemente la verdad constituye, para toda
sociedad medianamente capaz, el principio para buscar la armonía y el bienestar
de todos sus componentes.
Siempre, la Justicia , es la
encargada, a través de los funcionarios públicos, de mantener y mejorar el
respeto entre los habitantes. Éstos, cada día más exigentes, en razón de la
facilidad con que un empleado del Estado puede caer en corrupción, al no
cumplir y hacer cumplir la ley con equidad y verdad, en su proceder.
En la
TGC , se establece que el descuido al investigar un hecho,
acto o práctica de corrupción, por parte de los administradores de justicia,
puede cambiar los roles, de denunciante pasar a denunciado.
El abuso de la politización criminal, en los
periódicos comerciales, ha creado en el país, la proliferación de la apología
del delito, prohibido expresamente por la ley.
A tanto ha llegado este show, que los propios
encargados de administrar justicia, se publicitan como políticos, para
conseguir rating ante el pueblo, un tanto despreocupado, es cierto, al ser
avasallado; sin tener claridad ante un sistema democrático y participativo; en
libertad de acción y pensamiento. Con un Estado de Derecho, esperando que sus
propios representantes, cumplan con la verdad ante la corrupción de sus
miembros.
Solo así podrán ser respetados, nada más y
nada menos, que los hacedores de las leyes de la República.
Los discursos baratos, de persecución, ya no
son creíbles, todos estamos esperando que los legisladores den señales a favor
de la democracia, respetando la verdad de los actos, hechos y prácticas, que
con la ayuda de la ignorancia, se han cometido a favor de la corrupción
sistémica.