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La familia y la corrupción

Sabemos que desconocimiento es sinónimo de ignorancia; y que ésta engendra a los ignorantes: sus descendientes directos.

Constituyen, como hemos visto, servidores  de la corrupción, que para existir, básicamente necesita sólo de dos componentes: el corrupto y el corruptor.

También existe una perfecta relación entre ambas figuras confundidas en un sistema perfeccionado a lo largo de toda nuestra historia, como también quedó demostrado anteriormente.

Para comprender mejor la magnitud de la ignorancia y la corrupción en el mundo de los humanos, nos abocaremos seguidamente en el análisis de las consecuencias y repercusiones de éstos flagelos en la más primitiva unidad social: la familia.


Normalmente, la misma se compone básicamente del padre, la madre y los hijos.

Debemos partir de la base de que la corrupción, como hoy día la entendemos, se manifiesta más entre el Estado y los particulares, y pocas veces sólo entre particulares.

Por esa razón, las familias deben ser las primeras en ser entrenadas por los dirigentes, sean políticos o sociales, de modo a que los padres puedan entender  claramente el fenómeno sistemático de la corrupción, y así formar a su progenie en la honestidad y la verdad al servicio de la Patria.

La enseñanza comenzará por no aplaudir y corregir con eficacia los “pequeños” actos contrarios a la ley y las buenas costumbres que cometan sus hijos.

Generalmente, la corrupción ya se comienza a manifestar en las escuelas públicas y privadas, con la connivencia de los Educadores, parientes y amigos, regalando o comerciando con títulos inmerecidos, o exagerando modales y notas.
Las dificultades de una familia para identificar prematuramente estos vicios, son diversas; principalmente cuando los progenitores carecen de la debida preparación cultural.

Quienes experimentan las consecuencias son los hijos, que pasan a ser depositarios directos de la ignorancia, un mal que los hará testigos de la decadencia social.

Por eso, la misma sociedad debe despertar y dar la debida importancia a cada uno de sus miembros, comenzando por ayudar a los niños, descendientes de los declarados sin educación fundamental; a través de procedimientos ágiles y don de lucha.

Ya debemos dejar atrás la maldita costumbre, muy común en nuestros exaltados políticos, de enunciarlo todo en leyes inaplicables o simples declaraciones dogmáticas, para dar soluciones momentáneas insertas en sus dobles discursos.

Deben formar parte de la agenda económica del Estado, y dejar de lado las promesas, que luego terminan en cruce de brazos y excusas baratas, que culpan a la “falta de recursos” para cumplir con las propuestas.

Es hora de prever las consecuencias y comenzar a luchar efectivamente contra la ignorancia y la corrupción.

No dejemos que el nuevo pacto social siga su avance destructor en nuestros países.

¿Y la familia, por dónde empieza?

Primeramente, cada familia o núcleo fundamental de habitantes que comparten la vida diaria, está obligada a investigar sobre su forma de vivir, y cómo poder mejorarla de manera lícita.

Esto debe hacerse estudiando detalladamente el presupuesto familiar, el equilibrio entre los ingresos y los gastos, el ahorro y la inversión.

Luego, llevar esa práctica de modo a enterarse del presupuesto público administrado en su municipio o gobernación, de modo a poder controlar y denunciar el mal uso del erario; por parte de los administradores y representantes que ellos mismos han elegido.

Los dirigentes deben rendir cuentas de sus actos con fidelidad al pueblo, en cumplimiento con el deber y la responsabilidad que se les ha conferido con el voto.

En esta ya muy extendida etapa de transición, hemos sido testigos de infinidad de casos de corrupción y malversación de fondos públicos.

Grandes desfalcos que provocaron, simplemente, la separación del cargo a sus causantes.

Otros, inclusive fueron premiados con ascensos, o trasladados a cargo de otra repartición pública.

Como dijimos anteriormente, cuando el agente corresponde al círculo de los ignorantes peligrosos con poder, la justicia ya no existe. La legislación ya no puede juzgar simples hechos aislados para combatir un sistema político perfecto, que conjuga a los tres poderes, y a las tres clases de ignorantes en una causa común: mantener el Poder.

En nuestros países, la corrupción es la moneda de medición para tratar de conseguir los bienes materiales, que, con el trabajo honesto no pueden lograrse por infectarse en el gobierno el sistema de la corrupción.

Los dirigentes carecen de capacidad y valentía para sanear una sola institución, y mucho menos para hacer cumplir la Ley.
Y éstos son los dirigentes ignorantes que se encuentran al frente de las instituciones y empresas Públicas, que deben prestar servicio a las familias paraguayas.

Pasando a la comprensión del Estado en su conjunto, debemos recordar que a causa del manejo corrupto, el país tiene, y seguirá teniendo empresas deficitarias susceptibles  de privatización. **
Las opiniones sobre el punto son muy dispares.

Si privatizamos o continuamos con las empresas de servicios públicos con administración estatal. Esa es la cuestión.

Que si privatizamos, nos quitaríamos el clavo de seguir sosteniéndolas, y si las dejamos, llevarán su déficit hasta la quiebra técnica de muchas de ellas.

Que si las vendemos, todos los servicios serán más caros. Y si no, seguirá el monopolio y el gigantismo estatal…Parecería un callejón sin salida.

Aquí lo que debe tener en cuenta cada familia, es que estas instituciones o empresas públicas no han sido creadas para el lucro, es decir, para ganar dinero. Sino para abaratar el costo de los servicios básicos que necesita la población.

Pero para lograr cumplir con esa finalidad se debe exigir transparencia a sus administradores.

Si existe déficit, se debe investigar, y el administrador involucrado deberá responder con sus bienes, y no simplemente recargar en las tarifas, a costillas del pueblo, consintiendo los malos manejos, amparados en la ignorancia de la gente y el sistema corrupto imperante.
La meta de cada familia, en una buena democracia debe constituir el lograr un mejor nivel de vida y otorgar a sus hijos una preparación física y cultural adecuada, de modo a que éstos se encuentren preparados para afrontar y luchar contra la ignorancia y la corrupción de sus dirigentes.

Buscar la educación en valores, con una sana justicia, que empieza en los hogares, y en base a la verdad.

Apoyar y rehabilitar a los desprotegidos.

Buscar la sabiduría a través de la experiencia y la participación ciudadana.
Asociarse y sostener, en unión con otras familias, centros de instrucción, culturales y de recreación para niños y jóvenes.

Es preferible invertir tiempo y dinero en estos emprendimientos, antes que seguir construyendo precarias celdas, por el aumento de la delincuencia juvenil, acicateada por la ignorancia y la corrupción del sistema.

Abandonar al pueblo y a las familias, al grito de “¡sálvese quien pueda!”, trasunta una gravísima irresponsabilidad en cualquier civilización.*

** Actualmente las empresas estatales como el Ferrocarril, la ESSAP (provisión de agua), y COPACO (telecomunicaciones), se encuentran unidas bajo la figura de una SOCIEDAD ANÓNIMA, pero donde el 99,9 % de las acciones pertenecen al Estado Paraguayo. Por lo tanto siguen siendo empresas públicas, con un malicioso cambio de denominación, con el único fin de evitar la transparencia de sus administraciones, y preparar  luego de llevarlas a un estado de quiebra inminente, la venta de todo el monopolio, a precios irrisorios. Los grandes perjudicados, serán una vez más, el pueblo y los trabajadores.

*Extraído de la tercera edición del libro “La ignorancia y la corrupción: El origen del sistema”. Asunción, 2008.


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