La corrupción sistémica (TGC), ha permitido ver,
a través de la prensa, que nuestras autoridades, en vez de estar en sus
oficinas corrigiendo expedientes, suelen estar supervisando personalmente los
hechos. Sin necesidad, ya que para eso están los nombrados funcionarios a su
cargo, que deben cumplir con su trabajo. Lo único que compete a las cabezas de
poderes es el seguimiento.
Pero esa demagogia de salir a vagar, tratando
de demostrar mejor cumplimiento; es típico de países totalitarios, simulando la
corruptela, en sus entornos; para exigir a sus opositores políticos, que
respeten y obedezcan de acuerdo al sistema corrupto.
La democracia y el Estado de Derecho en
libertad de nuestros país, nos ha dado la posibilidad de crecer, a lo largo y
ancho del mundo, esperando: La mínima comprensión de nuestros conciudadanos hacia
el medio ambiente ya que si no buscamos mejorar, utilizándolo de manera
racional, lamentaremos en un futuro los nefastos resultados de la inconsciencia
presente.
Ya no sirve la retórica del “medio ambiente”,
pero que en los hechos permiten que se deforesten los bosques; para
convertirlos en pastoreo o sembradío intensivo.
Lastimosamente nunca hay culpables; siempre
termina perjudicado el patrimonio natural de nuestro país, y con ello el efecto
negativo para todos.