Comienzan las gestiones para justificarse en la
vida pública paraguaya; los pedidos y afirmaciones ante la opinión pública, en
nombre de la política, de los politiqueros de turno.
Esto es lo bueno de la democracia, con un Estado
de Derecho y libertad. Nada se puede esconder ni perder: Si prometemos
bienestar y se llega al poder, primero se debe superar y disminuir esa gran
corrupción para direccionar lo prometido.
Hoy la propaganda, que suple a la realidad, de
los hechos, está ayudando a que la psiquis de la gente tenga aún interés en
creer que todo está bien. Que las obras en boca de los futboleros son los goles
de media cancha a favor del pueblo, sorprendidos en la pequeña corrupción
publicitada día a día, y la gran corrupción, oculta, dirigida y organizada por
los tres poderes y sus directores. Sin posibilidad de mejora, más que para
aumentar funcionarios y auto asignaciones de los amigos.
La corrupción sistémica es el festival del
erario público, sin otro principio más que el de la amistad o el parentesco,
con alguien de estos poderes, quienes construyen el “bienestar” a nivel
nacional.
Tenemos esperanza, me decía la gente, “hoy en
el Congreso están grandes luchadores contra la corrupción, y la gente va
entendiendo, que si no llegamos a disminuir la corrupción; ningún bienestar ni
progreso se logrará con los entrantes, ya que el mismo sistema corrupto: es el
motor del país con la dulce promesa de “corrupción cero”
De manera “transparente”, todos los movimientos
y los campesinos, los sindicatos, los funcionarios públicos, pueden estar
seguros de mantener su sueldo. Ellos no necesitan aumento, ya que sus
representantes en las dos Cámaras ya consiguieron para si, un sueldo de primer
mundo. Y eso permitirá, seguramente, que los más necesitados vivan mejor en el
país; que nuestros niños y jóvenes tengan mejores oportunidades. No habrá
aumento de salario para nadie, como si los precios se congelaran para todos.
¿Cuántos goles más aceptará el Paraguay de la gran corrupción? Veremos.