Para la
TGC , lo más importante es distinguir el objeto, el sujeto y
la norma sobre la cual recae la cuestión planteada en la vida pública de un
país y su sistema; si es democrático o autoritario, mixto o ni lo uno ni lo otro.
Aquí en Latino América, nos gusta esto último,
sin importar mucho el Estado de Derecho o la Constitución : Siempre
los politiqueros, seudo representantes, utilizan la simulación legal en nombre de
un poder, lo cual es corrupción sistémica a “todo vapor”, como diría un
capitán.
El concepto de salario consiste en todo lo que
una persona recibe por una prestación, sea manual o intelectual.
Aquí, gracias a la habilidad de los contadores,
algunos, en la sociedad, se auto asignaron “gastos de representación”, fuera
del salario, principalmente las cabezas de los poderes, los cuales a su vez
convencieron y convidaron corruptamente a las cabezas de asociaciones y sindicatos,
quienes de esa forma callan y no cuestionan esta gran corrupción; una
injusticia que llega al máximo con las “dietas” y “viáticos” de los senadores y
diputados.
Si uno examina, todo es salario, que el Estado
presupuesta y paga, gracias a lo recaudado en impuestos y otras tasas. Lo malo
es que pretenden que un pueblo golpeado, tenga que estar dando y reconociendo
visos de legalidad a la corrupción sistémica.
Además del exagerado monto que los legisladores
ganan como políticos o funcionarios públicos, vienen a pretender simular y
engañar a un pueblo indigente y paupérrimo civilmente, inventando diversos nombres para justificar
sus emolumentos.
En democracia todos somos iguales, o al menos
deberíamos de serlo, principalmente en el buen uso de los recursos. Caso
contrario caemos en el doble discurso de tener una Constitución Social y venir
a cobrar salarios de país capitalista, engañando a los votantes a través de la
corrupción.