La corrupción es la sombra
de todo progreso, en los países subdesarrollados; por el abuso que se comete
con los recursos, obtenidos o por obtener de la sociedad. Manejado por la
corrupción sistémica, en los poderes, cuyos representantes, para justificar
alegan “errores” en la función pública, demostrando total prevaricato; esto sí
es castigado por la ley penal del país.
Según la TGC, el respeto a
la Constitución y la buena aplicación de la ley, puede ir disminuyendo
paulatinamente la ignorancia y la corrupción; acaecida por la oscuridad en los
sistemas del poder público.
Otra realidad común en el
país, es la donación de una institución a otra, para los fines que fueren.
Incluso se termina alabando o exaltando a quienes donan, en nombre del Estado:
Ya sea, como resultado de multas, decomiso, o cualquier otro procedimiento,
que motive la “caridad” estatal.
No está mal, tal vez, el
acto en sí mismo. Lo incorrecto y corrupto es mencionar ante la prensa, a las personas,
encargadas de entregar tales mercaderías; sin un buen rendimiento de cuentas y
levantamiento de datos: que no debe tener nombres, ni mucho menos cualquier
alegación de sensibilidad, de quien está cumpliendo con su función.
Hoy muchos reclaman, en
nombre de la democracia, seguir creciendo en la voluntad para corregir y
disminuir la ignorancia politiquera: cargada de buen “desprendimiento”, para
proyectar todo tipo de negocio con la plata del pueblo. Sin límites, movidos
por la supuesta necesidad de “recursos”. Sin planificación, tan solo vale el
deseo de gastar; total, luego pagamos todos: Falta de hospitales, escuelas en
situación de derrumbe, cárceles sin higiene ni tratamiento; invasión de los territorios ancestrales
sufrido por los aborígenes.
Cuidar la ecología, según
el interés común, es el principio que
debe regir a la hora de utilizar los recursos disponibles. Eso exige
nuestro Estado social de derecho, con libertad de acción y pensamiento, para el
ejercicio de la democracia participativa y pluralista.
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