La corrupción es un
sistema con viso de legalidad, a la vista de la ciudadanía, ya que se plasma en
una ley o “acuerdo”, de cumplimiento
obligatorio para todos los ciudadanos. Careciendo la ciudadanía de medios, eficaces
para rechazarla, cuando se desconoce la interpretación objetiva del derecho.
Según la TGC, esta lucha
se recomienda en un Estado de derecho, democrático y verdadero; ya que, si no
se respeta la Carta Magna y se acomodan sus artículos, según la conveniencia
política o económica, la consecuencia es la injusticia directa.
Esta realidad, en la
corrupción sistémica, ocurre cuando el poder, a través de la institucionalidad,
arguyendo, “Estado de derecho”, hace primar una interpretación, sobre una norma
constitucional, confundiendo a muchos ciudadanos, por desconocer ciertos
principios cívicos.
Para ilustrar: Es como el
doble discurso, de un político corrupto, en cualquier sistema político; donde
el deseo es justificar Estado de derecho, pero fundado en su propia voluntad o en
la de un grupo; en perjuicio de quienes amamos, verdaderamente la democracia
representativa; el Estado social de derecho, con libertad de acción y
pensamiento; cuya institucionalidad, está constantemente amenazada por la
corrupción sistémica.
El juego de la política y
el derecho, es complejo: uno, porque la voluntad de unos cuantos, siempre busca
primar sobre los demás; por beneficios personales y económicos.
Mientras que el derecho no
puede ser alterado, bajo pretexto alguno. Más aún, si se tratan de normas de
carácter general y obligatorio.
Esta posición antagónica
siempre existió, ya que la corrupción, madre del poder y del derecho, rige en
todas las cuestiones.
La interpretación
comercial, rápida y altruista, en manos de politiqueros, puede tener
consecuencias muy pesadas, si la civilidad, comprende el abuso que la corrupción
sistémica, ha ocasionado sobre toda la República. Amparada por la ignorancia y
la ocultación, de los principios rectores del derecho internacional; ante lo
cual, si callamos, estaríamos permitiendo su ilegítima institucionalización.
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