La democracia, en
libertad, nos permite tratar de hacer y recibir la “crítica social”; único
medio para aprender y razonar, buscando la superación.
Según la TGC, el diálogo y
la crítica facilitan a la población, la disminución de la ignorancia y la corrupción.
Paraguay, un país
mediterráneo aferrado a la “tradición”, sin mucha necesidad de evolucionar. Con
una política sin mayores exigencias: fácilmente se confunde al pueblo, sobre la
importancia de buscar la verdad y la equidad para progresar.
Es la corrupción santo y
seña, que nos une a todos los paraguayos. Y al mundo. Por lo cual tenemos que
buscar: claridad, libertad y virtud, en todo momento, para tratar de sacarnos
el mote de “país más corrupto de Latinoamérica”.
Nuestros representantes
religiosos, han cumplido su papel, responsablemente, denunciando y explicando a
sus feligreses la gravedad del flagelo de la corrupción. Si los políticos, no
tratan de disminuir, responsablemente, sancionando a los transgresores en el
propio Parlamento, en base a sus propios reglamentos: las homilías no habrán
surtido el efecto necesario.
La perorata nos parece
repetitiva, como todo: acto, hecho y práctica de la corrupción sistémica; pero,
sin embargo, la Iglesia, ha demostrado lucidez y verdad, en su preocupación de
buscar curar la corrupción en Paraguay, a través de este encuentro cristiano en
la casa de “María”, en la Villa Serrana de Ca’acupé.
Hemos salido del silencio,
gracias a la democracia y el Estado de derecho; ahora debemos ser capaces de
mantener y mejorar, para demostrar al mundo que superando la corrupción,
disminuyendo la ignorancia, en la obscuridad del sistema, saldremos adelante.
Si los políticos enseñan y
aprenden de la crítica social, reconocerán la preocupación ética subjetiva del
prelado, sobre el flagelo de la corrupción. En fin, hablar menos y buscar
mejorar el cumplimiento de la ley, ya que la ética y la moral, por si solas, la
mayor de las veces, lo único que hacen es perfeccionar el sistema corrupto,
antes que disminuirlo.
Esto es así porque el
sistema está compuesto por una correlación de actos, hechos y prácticas, que
tienen como objetivo recaudar del erario público. En perjuicio de los más
necesitados y sin nombre, en todo el país, que siguen esperanzados con la
crítica social de sus obispos.
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