Como
elemento imprescindible, de toda sociedad civilizada, la corrupción está
permanentemente: Apeligrando la seguridad de una democracia representativa,
cuando los encargados de los poderes, no respetan el Estado de derecho.
Según
la TGC, la democracia con un Estado de derecho, bien interpretado, puede
disminuir paulatinamente la corrupción. Hemos crecido en una democracia
bananera, al servicio de la corrupción sistémica, sin límite, entregando todos
nuestros recursos naturales y expoliando a nuestros hermanos indígenas.
Entre
el Estado de derecho y el totalitarismo, existe muy poco trecho: El sistema
comienza abusando, de los informantes del cuarto poder, atropellando a los jóvenes,
con el supuesto de “mantener el orden”; para pedir disculpas y pasarse,
usurpando funciones públicas en perjuicio de todos.
La
característica de la corrupción sistémica, es que siempre aparece en los tres poderes y
casi con seguridad, para ser cumplida, por una supuesta necesidad perentoria;
de modo a asaltar los preceptos de las leyes, del derecho público, tildándolos
de burocráticas.
Estas
realidades son muy fáciles de comprobar, ya que, como decía el ilustre liberal,
Don Filemón Valdez: “Nos conocemos todos”.
Coincidentemente,
de a poco estamos cayendo en picada, confundiendo servicios privados con la
función pública. Que debe ser respetada y honrada por los servidores; sin
privilegio alguno a familias y amigos.
La
carencia de cierta infraestructura o recursos, no es excusa para adquirir o
contratar, endeudando al Estado al menor pestañeo. Es un caballito de la
ignorancia y la ocultación, que choca frontalmente con los principios de un
Estado de derecho, aproximándose a la implantación de un Estado de sitio,
fáctico y economicista. Pese a que, esta práctica, es parte del folclore
político latinoamericano.
Que
estos días nos sirvan para meditar y mejorar, todo comportamiento ególatra;
para así influir en nuestros representantes, “dueños” de los bienes económicos,
que deben ser protegidos en la República, a favor de todos los habitantes que
desean vivir en un verdadero Estado social de derecho constitucional.
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