En nuestro país, suele ser
costumbre, de la gente que está encargada del manejo, de una industria, el
querer solucionar todo, con la implementación del término “negligencia”; ante
la ocurrencia de los hechos y perjuicios. Casi nunca se admite o reconoce la corrupción.
La TGC* explica los dos
tipos de corrupción, los cuales deben ser entendidos, suficientemente, desde el
punto de vista jurídico, a fin de poder separar— y no seguir confundiendo— los delitos comunes,
con aquellos hechos, actos y prácticas de
corrupción. Éstos se enmarcan siempre dentro de un sistema completo de poder,
por eso son parte dinámica de la denominada, corrupción sistémica.
También, es exigencia
política y jurídica, diferenciar y separar, muy bien la función pública de la actividad privada.
En la primera: Todos los
funcionarios, nombrados o electos, son responsables, del cuidado y cumplimiento
de lo establecido en la ley. Nada pueden hacer, fuera de lo que está
expresamente permitido por la norma.
Este principio, ya puede
permitirnos visualizar el porqué, no puede alegarse simplemente “negligencia,
error o ignorancia”, en ningún caso de actos, hechos o prácticas, que se
desarrollen en las instituciones
públicas.
La razón de esta aparente rigidez
e inflexibilidad, del precepto legal y constitucional, tiene su fundamento
filosófico y doctrinario, en la demostración fiel, que si dentro del poder
público se admite la ignorancia del derecho y de los hechos, en las propias
cabezas de los poderes: la corrupción sistémica es la que predominará, por encima
de las normas de derecho.
Esto se sintetiza en la
fórmula jurídica de la corrupción, desarrollada por este autor, que dice: Corrupción es igual a poder sobre
ignorancia(C=P/I). Publicado en el libro “La curación social”, síntesis de
la Teoría General de la Corrupción, luego de más de 35 años de investigación.
Lo cual puede comprobarse a través de gráficos cartesianos, así como en la
propia experiencia diaria, del poder y del derecho.
A diario nos enteramos, a
través de la prensa, de las intervenciones contra el contrabando; donde los
artículos incautados, son almacenados en un depósito, al cuidado, se supone, de
un funcionario público.
Pero lo lamentable, para
la ciudadanía, es ver que estos artículos, son utilizados como obsequios de los
empleados a los jefes de reparticiones. Según lo que declaran los mismos
choferes de los buses, que fueron retenidos y decomisados. Entonces, la superlucha contra el contrabando, resulta
ser “pura joda”, para los que conocen el negocio.
Esta negligencia, en la
administración pública, sumada a los marcados aumentos de los servicios
públicos, en detrimento directo de los más necesitados, van confirmando las
pocas esperanzas de mejorar; aunque se presenten planillas de cálculo,
mostrando un aumento en el producto interno bruto, lo cual sigue siendo
insuficiente, para mejorar la vida de los ciudadanos.
La suba del pasaje en
cuatrocientos guaraníes, sin que suban los salarios, nos deja sin posibilidad
de pasar una navidad alegre; o por lo menos, conforme, por los atropellos
galopantes de la corrupción sistémica de los “muchachis”; en los tres poderes,
alegando negligencia o ignorancia, para dar claridad al pueblo.
El cuarto poder, pese a
las presiones, sigue luchando por mantener una democracia participativa, en
libertad de acción y pensamiento; con un Estado de derecho auténtico, sin
ignorancia y ocultación social.
*Teoría General de la
Corrupción.
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