Un
Estado social de derecho constitucional, respetuoso de la libertad, tanto de
acción como de pensamiento, va uniendo cada día más a la gente, para buscar la
democracia verdadera, que llevará al progreso del Paraguay.
Según
la TGC, el sistema democrático, con libertad y justicia, puede disminuir
progresivamente la ignorancia y la corrupción. Esta realidad se nos presenta,
diariamente, a través de la prensa, que viene desnudando, el accionar de
nuestros actores políticos, responsables directos de los perjuicios, cometidos
a la administración del Estado. Cuyos montos son siderales y multimillonarios,
que el pueblo espera sean recuperados; conjuntamente con la sanción a los
implicados, según lo establecido en el artículo 106 de la Constitución Nacional.
Así
se demostrará la vigencia plena de la democracia representativa, para buscar la
igualdad ante la ley, en bien de todos los ciudadanos del país.
Si
la corrupción con nombre de contrabando se reprime, con intervención de las dos
fuerzas públicas, solo para levantar rating en los medios de prensa, locales e
internacionales, el teatro no podrá durar mucho tiempo. Porque la gran
corrupción, cometida en nombre del sistema, sigue sin ser molestada.
La
gente cada día va perdiendo más la fe, en la administración de justicia del
país, comparando el trato dispar que se otorgan a los miembros de poderes,
infectados por corrupción, y el dispensado a los comerciantes y paseros de
frontera.
Un
Estado democrático, tiene un deber primario: luchar contra la corrupción
sistémica, para buscar el progreso. Si ella es atacada, los demás delitos
también se verán disminuidos.
Hoy
ya contamos con varios indiciados por este flagelo; algunos de ellos, hoy son
nuestros representantes. Hay
excepcionalidades, escasas, que ya han renunciado a sus fueros. El resto al
parecer, sigue acomodándose.
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