Nuestro
país está sintiendo el peso de la vecindad geopolítica; aprovechado
habitualmente por la corrupción sistémica, para sus fines.
Según
la TGC, mantener el poder sin bajar la ignorancia en la ocultación, perjudica a
la microeconomía nacional. Tenemos, supuestamente, potencial como condóminos de
nuestros vecinos en las dos hidroléctricas; pero, sin posibilidad de recibir lo
justo a favor del pueblo, sobre estas empresas de alto rendimiento.
Mientras,
la politiquería de los demagogos habla, de”que
para salir de la pobreza extrema necesitamos producir más, a favor de la
agroindustria; en toda la geografía nacional”, otro cuento más para
favorecer al vecindario. La misma claque que ganó de nuevo “por goleada”, en
ambas Cámaras, para acrecentar sus ingresos y no tributar por sus ganancias, en
perjuicio directo de los más necesitados: los cuales sí deben pagar hasta el
último suspiro, en cualquier compra que hagan.
A parte
de conocernos todos, en una vecindad, la corrupción sistémica con viso de
legalidad, nos está provocando cada vez mayor inseguridad a la población. En
fin, tal vez, a la vuelta de Roma, con el milagro de los dos Santos, se mejoren
un poco los servicios sociales, para la gente, tan golpeada en manos de los
encargados de las instituciones públicas.
Los
hechos, actos y prácticas de corrupción, están haciendo temblar a la vecindad,
sin posibilidad de hacer frente a la politiquería, con constantes cursos de
actualización pagados en dólares a cuenta del presupuesto público.
Así es
como, la buena vida de unos pocos, deja a la generalidad de la población con el
‘Jesús’ en la boca, bajo los efectos de la ignorancia y la necesidad
paupérrima.
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