Aquí en
Santa Ana, del Bañado Sur, me comentaba un parroquiano, “jamás volveremos a
votar por rascas”.
Según
la TGC, la percepción en toda campaña política, provoca distorsión de la
realidad, haciendo primar la ignorancia, como ocultación.
A veces
duele la realidad; pero siempre es posible la reelección de algunos
politiqueros conocidos, siempre y cuando sean útiles a la estructura del poder,
que monopoliza la política y la economía, en un país pequeño, falto de civismo
y comprensión de la buena política, que solo se logra a través de la
conciencia.
No
basta con decir a viva voz, los disgustos causados a la sociedad por parte de
sus representantes, caídos en corrupción sistémica; un flagelo de carácter universal, cuyo daño mayormente se
hace a los ciudadanos, dentro de la política, provocando el desinterés de los
mismos en trabajar en las cuestiones sociales.
La
falta de seguridad, nos está demostrando que nuestra democracia debe superar y
renovar todos aquellos salpicados, en las distintas instituciones del poder. Es
el momento tal vez de mostrar ética en la función pública a los jóvenes:
Renunciando.
Alegar
no conocer o no ser responsable por los hechos, actos y prácticas, ocurridos y
que son de conocimiento público, a través del cuarto poder, ya no puede ser una
conducta válida, porque daña al proceso democrático.
El
respeto de la ética y el Estado de derecho, es el único mecanismo posible para
disminuir la ignorancia en la ocultación del poder. Enseñando al pueblo la
importancia de la claridad, la libertad y la virtud en el cumplimiento de un
deber público.
El
ejemplo llevará a sanear rápidamente otras instituciones, avasalladas hoy por
la corrupción sistémica. Estamos siendo observados por potencias internacionales,
tanto por el potencial de nuestras riquezas naturales, así como por el interés
de luchar contra la corrupción y la reelección de la ignorancia cada cinco
años.
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