La
democracia participativa, social, sustentada en la Carta Magna; establece sean
respetados y protegidos todos los lugares públicos. Pero, la interpretación
actual de nuestros representantes, se contradice con nuestra norma fundamental,
llevando inexorablemente al establecimiento de la corrupción sistémica.
Según
la TGC, el poder, que tiene como elemento a la Ley, cuando en su interpretación
y aplicación, no tiene en cuenta el contenido ético de las normas jurídicas,
convierte sus decisiones en ignorancia.
Esta
característica, de hacer pasar, como si la acción sea para mejorar un dominio
público, pero que en el fondo se utilizan todo tipo de bancada, desde las
municipales hasta las del Congreso, a fin de favorecer a oscuros intereses.
En cada
ciudad del interior de nuestro país, se han perdido numerosos bienes públicos,
con la siempre mal utilizada frase del “progreso”. Lo que debería ser para el
bien común, termina pasando al patrimonio particular; generalmente, allegado a
las autoridades distritales.
La
mejor forma de mostrar poderío, para el pensamiento politiquero, es atropellar
veredas, campos comunales, parques, arroyos, construcciones antiguas y todo aquello
de lo que pueda apropiarse por medio de la corrupción sistémica.
Algunos
humedales, en la cuenca de los ríos, deben ser inmediatamente protegidos, para
no llegar a la destrucción total de nuestro ecosistema.
Esa es
la razón por la cual cada día hay más pobres; existe abundancia de alimentos,
pero ignorancia sobre el uso adecuado de los recursos naturales, lo cual
permite a los especuladores de siempre, seguir distorsionando el mercado
nacional, al antojo de unos pocos, en perjuicio de la mayoría de los ciudadanos
paraguayos.
La búsqueda
de los valores de claridad, libertad y virtud, para el respeto de los
principios constitucionales debe seguir siendo nuestra única brújula, contra la “ocultación”
y la ignorancia, que algunos jurisconsultos siguen queriendo justificar como simples
“errores políticos”.
La
prensa será fundamental en el respeto del dominio público, en todo el
territorio patrio; por ser la única capaz de mostrar la verdad, disminuyendo
los factores de ocultación naturales del poder. Tan practicado en toda
democracia bananera, de la cual si no salimos, con nuestros propios bríos, en
vano seguiremos recitando las ansias de país libre y soberano.
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