Si bien
tenemos, junto a los argentinos, el alto “honor” de tener el primer “Monumento”
a la corrupción en Latinoamérica: Paraguay debe recuperar un trato más justo,
en sus emprendimientos hidroeléctricos, con el amparo de la justicia.
Según
la TGC, todo vicio e ignorancia es igual a injusticia, equivalente de la
corrupción sistematizada.
La idea
de hallar la solución, con simples pedidos y apretones de manos, tal vez
resulte en los negocios privados, pero en cuanto a política de Estado, la buena
pose, solo favorecerá al que tenga más ‘fuerza’,
dejando de lado el derecho.
Ya quedó demostrado con el ‘Tratado de Asunción’,
del cual, hasta hoy solo hemos logrado la capitalidad.
La
simple mueca política, en negocios tan rentables como los hidroeléctricos, ni
causan cosquillas, frente a los millones de dólares que mueven por segundo
estas ‘mega empresas’.
El
mercantilismo actual en las naciones, con democracias participativas, pero de ‘baja
participación’ popular y cívica de sus ciudadanos, está llevando de contramano
al país; con su política exterior de cierto tinte ‘neutro’.
Esta
realidad política pusilánime, por sus orígenes, de vivir sufrido, contagia a
los ciudadanos, que hasta van buscando justicia por mano propia; fenómeno que
está creciendo en la Región. Por la desidia de la administración de justicia,
de aplicar una nueva y revolucionaria doctrina jurídica que distinga, de una
buena vez, los ‘dos tipos de corrupción’, a fin de lograr definitivamente la
igualdad ante la ley de los ciudadanos.
Al
reconocer ‘Latinoamérica’, que la corrupción es un flagelo total, imposible de
disminuir sin buscar justicia, en el derecho y la política, habrá sido un
endurecimiento positivo, en su propia ideología histórica. Dando lugar al
respeto de los ‘contratos entre naciones’ hermanas, libres y soberanas.
Porque más de un país fue golpeado por la acción ‘politiquera’, comerciante y
entreguista de sus representantes en el poder público. Por eso, el santo y seña
en América latina, sigue siendo “el que no afana es un gil”.
Seguimos
soportando los dobles discursos, en los negocios públicos, de parte de nuestros
vecinos y condóminos; dejando pasar el beneficio, merecido e histórico, de tomar
parte activa del negocio más rentable de la actualidad.
Basta
de espejismos e ignorancia: es hora de claridad, libertad y virtud en las
negociaciones, por una América del Sur unida y fortalecida.
Comentarios
Publicar un comentario