Nuestra
sociedad mercantilista y poco dada a la lectura, fácilmente cae en la
confusión; a través del cuarto poder, otorgando las mejores condiciones para el
sostenimiento de la corrupción sistémica.
Según
la TGC, sin democracia y prensa verdadera no puede disminuirse un ápice la
corrupción sistematizada.
Tal
vez, la gran diferencia entre dictadura y democracia verdadera lo constituyan
la realidad, la libertad y la virtud que se buscan, por medio de un Estado de derecho
capaz y al servicio del país.
En
tanto que una dictadura está obligada a monopolizar la información, de acuerdo
a los intereses del sistema de gobierno y sus sostenedores fácticos,
imposibilitando así todo atisbo de surgimiento de nuevas ideas a favor del país
y el derecho.
Nuestro
sistema actual de gobierno democrático participativo, social de derecho, según
la Carta Magna, pervierte las malas condiciones para la población, en situación
favorable para los politiqueros, encaramados en los distintos poderes del
Estado.
Algunos
hasta argumentan que atacarán a sus detractores, otros van renunciando a sus
cargos, al no poder sostener su servicio público comprometido.
Esperemos
que la prensa siga proveyendo a la ciudadanía, de la verdadera información, de
modo a ir mejorando, paulatinamente, el respeto de los cargos públicos, de
parte de los que detentan y ostentan el poder en toda democracia.
Hoy los
jóvenes creen que se dan las mejores condiciones, para decir y expresar el
sentimiento de buscar mejorar la suerte del Paraguay. Ante sus propios
gobernantes, ya no hay tapujos, para aceptar ser sus “embajadores”, aún cuando
se hubiese salido del raudal y del olvido gubernamental.
Nuestro
problema central y único sigue siendo la corrupción y su influencia, en los
distintos poderes. Con la acción de algunos representantes que olvidan la ética,
que solo con el accionar ciudadano puede contrarrestarse.
Son los
intereses económicos los que establecen las pautas, manejando las medias
verdades y utilizando los hechos, actos y prácticas de corrupción como una
pantalla, para ocultar los más grandes robos al erario público, en simultáneo
con un plan de desintegración “ideológica y política”, de modo a tener solo
títeres en la política, como empleados del sistema.
Así es
como se maquillan con viso de legalidad, infinidad de actos públicos diarios,
que van en perjuicio del bien común, pero al bolsillo de alguien más. Somos un
país pequeño, pero de grandes recursos naturales y estatales.
En
estos días santos para el mundo cristiano, esperemos se posibilite a los
ciudadanos democráticos comprender: Que la corrupción nació con el mundo, vive
con él y permite el tan sonado progreso social. Siempre que los encargados del
poder, luchen contra la ignorancia en la ocultación, sin aprovecharse del cargo
ni de las buenas condiciones.
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