El
pueblo paraguayo es muy noble; siempre está dispuesto en apoyar el “bien”, pero
necesita desarrollarse levantando la conciencia, para disminuir la corrupción
sistémica que lo agobia.
Según
la TGC, si disminuye la ignorancia en la ocultación del poder, la corrupción
sistémica también irá en descenso.
Aquí,
como en toda Latinoamérica, últimamente está
muy promocionado, políticamente, el lema de “bien común”. Sin embargo,
las democracias bananeras modernas y capitalistas, están muy distantes de
buscarlo en realidad.
Es una
frase que suena a viva voz en las grandes reuniones, mientras todo es solución
en papel y firmas de aceptación; pero, al exigir el verdadero cumplimiento del
bien, los obstáculos causan estragos en la población.
Este
vicio en la democracia, ocasionado por la corrupción sistémica, se multiplica
internamente en cada uno de los poderes del Estado.
De
boca, el gobierno prometió: servicios de salud en todos los hospitales: sin importar
edad, raza, partido político o credo. Sin embargo, la prensa, que es capaz de
mostrar la verdad en una democracia, o actuar de manera cómplice como
panegirista, nos sigue relatando y graficando el padecimiento de millones de
paraguayos en toda la República, que no tienen medios para ser atendidos
dignamente en los servicios de salud. Tanto profesionales, equipamientos e
insumos se siguen concentrando de manera irracional y desproporcionada en la
capital y alrededores, en desmedro del campo y el interior del país.
Afortunadamente,
en un Estado de derecho, se pueden corregir las injusticias, principalmente
aquellas que tienen relación con la burla realizada con los politiqueros de
cada lugar, que viven a expensas de la necesidad insatisfecha de la misma gente
que los puso en los cargos con su voto.
Esta
realidad ocurre en todos los poderes y la gente dice: —Si no le doy tanto,
jamás me atiende ni soluciona. Eso es corrupción sistémica en la administración
de los bienes y servicios públicos fundamentales. Es un atentado a la propia
institucionalidad de la República.
Esta
debilidad favorece a los actores de la politiquería, porque levantan la
confusión, caldo de cultivo perfecto para todo hecho, acto o práctica de
corrupción.
Al
prometer y promocionar sus posibles objetivos, lo primero que enuncian son los
préstamos internacionales que harán; bienes económicos pagaderos por todo el pueblo
paraguayo, como siempre ha ocurrido a lo largo de nuestra historia. Llevando
más pobres a la miseria, a la pérdida total de la autoestima de los ciudadanos;
con la supuesta excusa del bien común.
La
realidad, la libertad y la virtud, son elementos indispensables en una
democracia participativa, social de derecho, capaz de ir curando la corrupción
sistémica, si la gente sostiene y mejora en su conciencia. Hacia el buen uso
del bien común, sin ignorancia ni ocultación del poder.
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