Nuestro
país eterno silencioso, para opinar y pregonar una idea de vivencia que la
democracia ha despertado; demostrando que la corrupción es un flagelo mundial y
no solamente regional, cuyas consecuencias terminamos pagando todos, como una
falta colectiva en la política nacional.
Según
la Teoría General de la Corrupción (TGC), el poder y su estructura, debe
aplicar la ética para no caer en la ignorancia, como factor básico de la
corrupción como ente sistemático.
La
realidad de los hechos, actos y prácticas de la corrupción sistémica, cometidas
últimamente a cara descubierta, por los parlamentarios y altos funcionarios
públicos, demuestra que el mayor problema del país no es la “pobreza”, sino la
corrupción. Y es a partir del estudio científico y jurídico de este flagelo,
como se podrán ir solucionando otros problemas más “visibles” de nuestra
sociedad democrática.
En
contrapartida, les recordamos a los legisladores, la vigencia de un “Código de
Ética”, muy promocionado en su lanzamiento en las Cámaras, pero que hasta hoy
resulta de nula aplicación. Como me decía un parroquiano muy creyente, del Alto
Paraná, “quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra en el país…”
Parece ser
el efecto de la sanción a un pelotero, desinformado de las reglas de la FIFA,
que será multado por mezclar eventos deportivos con rituales religiosos. Pero
aquí, algunos “archiversados”, todólogos de la opinión, han dado un veredicto sobre
el tema, diciendo que en “democracia gobierna la mayoría”. Una manida expresión
antijurídica, que nos remonta a la Edad Media y su concepto de Estado-fuerza.
Tenemos
mucho que aprender, para poder vivir en realidad, libertad y virtud,
sosteniendo un Estado de Derecho y no la simple mayoría monopolizada; con
amañadas votaciones y luego carcomidos por la corrupción sistémica.
Las
distintas instituciones del Estado, siguen siendo representadas por
politiqueros, cuyos ejecutores deberían, mínimamente renunciar, ante las graves
denuncias en su contra. Porque la ética se da antes de que se comprueben los
hechos, el resto, pertenece al campo del derecho y la ley penal.
Solo
así podrán demostrar capacidad a sus seguidores, fans de la política
tradicional, de modo a que el país siga viviendo en una democracia
participativa y social.
Por el
contrario, si el ñembotavy es el
denominador común, a la hora de buscar solución a las faltas cometidas por
algunos legisladores y funcionarios VIP, la ignorancia y la corrupción seguirán
siendo nuestra doctrina y política de gobierno nacional.
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