Específicamente en
nuestro país, el común de la gente considera saber por lo menos algo sobre la
corrupción. Y se siente segura de lo que sabe.
Esto ocurre
precisamente porque la ignorancia es el caldo de cultivo de la corrupción
generalizada.
Por ello,
principalmente entre los servidores públicos, ya no se distingue un acto justo
de otro corrupto.
No ha existido hasta
hoy ninguna enseñanza o criterio educativo sistemático; pero sí intentos
válidos. Por más que la corrupción, junto con la prostitución, es la más
antigua de las desviaciones humanas.
Por esa confusión
dogmática, la mayor de las veces los mismos encomendados para luchar contra la
corrupción, terminan siendo los principales promotores de su desarrollo.
Para pasar a
describir objetivamente a la corrupción se necesita identificar a las bases que
constituyen el cimiento de aquello que conocemos como sistema, como un pecado o
como simplemente inmoral.
Toda ciencia debe
estar abocada en demostrar con claridad objetiva la raíz, causas y
consecuencias de los hechos físicos y sociales.
Esto es posible
generalmente partiendo de los elementos invariables a los variables, los cuales
nos posibilitarán establecer primero una Teoría General, como la que hoy
proponemos, que luego será ampliada a sus diversas ramas o aplicaciones que se
requieran para su comprobación plena.
Esta teoría deberá
posibilitar la determinación del origen y desarrollo de las distintas fases o
formas que se manifiestan dentro de lo que solemos denominar sistema de la
corrupción.
Dicho sistema solo
puede ser combatido con otro sistema y con mejores personas que puedan ejercer
el poder buscando la justicia.
Pero ningún sistema
tiene la solución en sí mismo. Pese a que algunos osados suelen mentir a la
gente diciendo que “acabarán con la corrupción”. Algo imposible en la práctica
del poder público. Ya hemos visto, con suficiente detalle, la razón de esta
imposibilidad.
Al hablar de sistema
no se determina sobre una tendencia o esquema de poder de tinte socialista, de
centro o capitalista. Se está hablando de la aplicación de ciertos principios
básicos para llegar a los verdaderos responsables de la corrupción; aclarando,
que puede ser aplicado en cualquier sistema político, o sistema de gobierno,
siempre que el o los gobernantes tengan el real deseo de mantener saludable a
su nación.
La finalidad es
luchar contra la corrupción objetivamente, y no seguir convirtiendo a la lucha
anticorrupción en una monedita de cambio
y de progresión de nuevas transacciones multinacionales que mantienen y empeoran
los vicios de sus perseguidos.