Nuestros hermanos, manoseados, burlados y
explotados por la gran corrupción sistémica del país, sin piedad, ante el
mundo.
Hoy todos compartimos un momento de libertad
de acción y de pensamiento para denunciar este atropello en contra de los
pueblos originarios.
Esto es consecuencia de la gran corrupción,
básicamente jurídica y política, según la TGC , que debe ser disminuida progresivamente;
dentro de un marco democrático, de conciencia colectiva. Solo así se podrán ir
haciendo cumplir las bellas palabras de la normativa constitucional; con la
corrupción, hasta la interpretación más lógica puede ser torcida vilmente. Pero
siempre, la política debe vigilar, no como un pulpo marino, para tragar más,
como hoy lo hace nuestra “élite”, sino para velar por la justicia, que se logra
disminuyendo la ignorancia y la ocultación.
La democracia es fuente de luz y progreso, si
la libertad fluye en el trajinar, como camino a la superación, primero, de los
propios pueblos originarios, dueños de esta tierra, tan necesitados hoy de ser
escuchados y ayudados; para salir definitivamente de sus ataduras de pueblo
doblegado y explotado por la gran corrupción desde hace centurias. Y ello no
cambia solo con ideologías económicas, implantadas a la fuerza, es deber de
justicia.
Queridos hermanos, estamos con ustedes para
clamar con el pleno de nuestra voz. Rechazando todo tipo de servidumbre
política, a costa de los pueblos originarios y su cultura.
América será grande el día que empiece a
respetar a los auténticos dueños del continente, y se libre de la corrupción
devastadora de las metrópolis, tanto hoy como ayer.
En su día, siguen esperando la justicia, con
claridad, libertad y virtud, para el bien de todos sus descendientes para vivir
en un mundo más justo. Con un poder sin ignorancia, a la luz del sol paraguayo.