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El valor social y la corrupción

En toda la geografía del Paraguay escuchamos decir a la gente: ¡queremos justicia!. Ese es el mayor valor social para nuestro pueblo.

Estamos cansados de la injusticia amparada por la corrupción.

Según la TGC, la ignorancia tiene grados, cuyo resultado nos dice el nivel de corrupción y quiénes son los encargados de administrar justicia en un poder estatal. Siempre dentro del marco de un Estado de Derecho, con libertad de acción y pensamiento, que se justifica diariamente a través del cuarto poder; el cual nos permite conocer los hechos dentro del Estado.

La administración de justicia o la capacidad de juzgar, debe ser el máximo valor social, si pretendemos ser un país serio. Porque es la responsable de los bienes y de las personas, de todos los que habitan la República.

Por la extendida y prolongada falta de libertades de idea y acción, el pueblo ha llegado a confundir el término “valor social”; por la corrupción sistémica, donde manda la ignorancia.

Así se manipula la ley, con el viso de la democracia, donde supuestamente la mayoría tiene preeminencia.

Ahora, que, a cada minuto, la gente se va recuperando de la larga agonía en la cual vivió; en silencio y “a su orden”, cree que inmediatamente se puede lograr la ansiada justicia, y por el contrario, percibe lo contrario: la injusticia colectiva, de la mano de sus propios representantes. Eso hace que su voto y la democracia, entren en duda permanente, y sean insultados.

Sin comprender esta realidad, se busca la calle, para gritar y demostrar el descontento social. Eso si permite la democracia paraguaya: la protesta. Pero, la articulación gubernamental sigue siendo un “secreto” autómata.


Por eso mucho se habla de la capacidad de elegir bien, a los representantes, para bajar la injusticia, el vicio y la ignorancia que construyen la corrupción sistémica en un país.

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La otra cara

Una parroquiana de Ciudad del Este me dice: “¿Usted vio la otra cara en los tratos políticos a la gente?” Según la TGC , la ignorancia de la le y siempre da injusticia. Esta claridad hasta hoy le cuesta a la gente comprender: que a todo poder lo divide la ignorancia de la ley , que al no cumplir los encargados de las instituciones, con equidad, caen en injusticia social, cuyo poder hace accionar en la política, a la corrupción sistémica en perjuicio de todo el país. Esto no puede solucionarse inmediatamente, ya sea por la imposibilidad económica , humana o administrativa, dando opiniones muy tristes para una democracia social de derecho. “¡Pero cuántas carpas y teatros hay en Alto Paraná ! ¿Para terminar dejando a la gente bajo la lluvia…?” Indudablemente, usted, señora, tiene toda la razón del mundo. Pero eso cuesta plata. Tal vez, en los presupuestos no fue fijado el día de lluvia e inestabilidad, en pleno invierno nacional. “Aquí está la industria más grande de hidroeléctrica

La verdadera democracia

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