El timón
del Estado es tentador, para buscar recaudar, sin importar mucho la
posibilidad, sobre quienes caerá el peso: ya sea de impuesto, tasa o
contribución. Esta última muy usada en los sistemas cerrados o autoritarios,
para simular la corrupción sistémica.
Una
economía liberal, con una Constitución social y un deseo de mayor control, en
la ejecución del presupuesto público, causa roncha en el Parlamento.
Comienza
la lucha entre la realidad y los verdaderos objetivos de quienes tienen el
poder, en busca de recaudar: con certeza las finanzas públicas difieren
sustancialmente, de las privadas. Aquí en Latinoamérica tenemos sobrados
ejemplos, de quienes se han negado a cobrar sus salarios, pero que cayeron en
las más grande corrupción sistémica de su país.
Si no se
llega a equilibrar, medianamente, la necesidad y la recaudación tributaria,
estatal, a favor del pueblo, en este primer año, bajando la corrupción
sistémica, en el accionar de los poderes públicos: habrá mucho malestar en el
país.
Los
técnicos en “achique”, ven aplicable sobre los trabajadores más desprotegidos,
la suspensión de sus contratos; con el fin de cortar vicios, cuya práctica se
ha convertido en toda una “institución” administrativa y política. La misma a la
que apelaron, con promesas de poder, desde sus sindicatos y asociaciones de
funcionarios afines al color de turno.
Con
remiendos y cortes, la única perjudicada, al final, podría ser la función
pública, que al no alterar su sistema mismo de valores, y solo reducir
personal, para mejor “bicicleteo”, no tendrá otra opción más que de cambiar de
amos y no de principios.
Si los
educadores tienen derecho a su reclamo, a recibir una jubilación justa; ni que
pensar, los trabajadores de blanco, los pocos que aún quedan en el país, se
merecen un mejor trato, principalmente reconociéndoles sus derechos adquiridos.
Según la TGC , se puede disminuir la
pequeña corrupción, endureciendo el poder; pero con el peligro de caer
fácilmente en las garras de la gran corrupción, cuya característica es la
invisibilidad, por la oscuridad en los procesos. A través de la implantación de
leyes, que supuestamente beneficiarán a la población, manejada con ignorancia y
desinformación.
Nuestra
democracia está comenzando a tener sus pruebas, a costa de los trabajadores y
los niños. Por cierto, la estación no es propicia para hacer manifestaciones,
ante las instituciones con pretensiones de cobrar sueldo al Estado, volviendo a
un sistema perimido y autócrata, donde la política se practica al solo efecto
de recaudar bien y pronto.