En nuestro país la discriminación de género,
hasta hoy, es fuerte y preocupante; ya que la corrupción sistémica sale
normalmente triunfante en la sociedad, en perjuicio de la juventud y de todos
los que seguimos apostando a la libertad de acción y de pensamiento, único
resguardo de la democracia y del Estado de Derecho.
El Estado de derecho, en libertad, lo que busca
es disminuir la ignorancia en todo momento, para así disminuir la gran corrupción.
Porque si la ignorancia de los primeros niveles no se solucionan a tiempo, ella
va ascendiendo y se convierte, para los ciudadanos, en ignorancia de derecho;
para los jueces, legisladores y administradores del Estado, en prevaricato.
Si el poder es un elemento de primer orden de
la corrupción, según la TGC ,
debemos cuidar de aquellos que lo detentan, de modo a que traten de comprender
y vivir comedidamente en la sociedad, sin abusar por cuestiones de género y
utilizar su influencia para su propio beneficio, ya que es un funcionario público.
Por que los jefes superiores no observan esta
sencilla regla, el funcionariado en general, sigue siendo manoseado por la
ignorancia, acarreando todo tipo de fracasos en perjuicio del país.
Bien sabemos que la corrupción sistémica es
invisible y utiliza a la obscuridad en el proceso; pero la injusticia está a la
vista: es resultante del vicio y la ignorancia, en manos de los líderes
sociales y administradores públicos. A esta falencia se le suma siempre la
discriminación de género, con finalidades prácticas y utilitarias de
desigualdad. Hasta hoy no se impone la claridad que corresponde en un país
civilizado donde rige el Estado de derecho constitucional.
La buena justicia es sencillamente sabiduría y
virtud; con lógica sencilla, que debe ser entendida fácilmente por cada
habitante del país, y no solamente por los legos, solucionando inmediatamente
una posible ignorancia; principalmente la de tercer grado que corresponde a la
interpretación: base para la existencia de la corrupción sistémica. Un sistema
que en otras épocas simplemente era “a su orden” y “sin novedad”.