Entre la intención de saber y pretender estará la
“amenaza”, sin que se discierna, la mayor de las veces, su alcance real en el
decir, pero tan perjudicial en el espíritu humano, cuya materialización ha
causado mucho daño a toda la civilización.
Depende de la interpretación que se le acerque, a la
corrupción sirve de combustible de fácil combustión, para así formar toda una corrupción
sistémica o intraley.
En América Latina es siempre de uso común, para
amedrentar a la gente, incluso cambiando el sentido mismo de lo escrito en la Ley , ya sea esta, la propia
Constitución, Tratados, leyes menores, sentencias o decretos.
Esta corrupción, la concretan funcionarios públicos,
normalmente, a la orden de un superior jerárquico, a su propio beneficio en la
amenaza.
Si bien en una democracia representativa, con libertad
de idea y acción, parecería tan innecesario usar tales términos, en sentido
amplio y sin control: Es igual que el arma de fuego en manos de inexpertos,
puede causar daño inesperado al mismo ejecutante. Por eso es importante,
siempre, aclarar que tipo o como debe ser la amenaza.
Según la
TGC , la corrupción sistémica utiliza el poder según la
circunstancia, a su alcance, ya que el mismo es un elemento natural de aquella.
Dada esta realidad del poder, las interpretaciones
deben tratar de ser, lo más precisas posibles, para evitar caer en el vicio de
la ignorancia, argumentando “solución inmediata”. Eso, puede aparejar, en un
futuro cercano, la nulidad de todo lo actuado bajo desconocimiento (ignorancia
de tercer grado) del derecho, inaceptable para ningún representante de poderes
públicos. Eso es así, tanto aquí como en la
China. Un principio universal del derecho.
La historia, mundial, y en nuestro país en particular,
tenemos muchos ejemplos de esta realidad de las “amenazas”.
Esperemos que la clase política sea convincente, en
busca de lograr objetivos hacia el bien común, y no solamente para protección
de determinados grupos privilegiados de la sociedad. Eso es justicia; donde hay
injusticia, hay verdadera amenaza.
Nuestra democracia ha crecido en el mundo entero,
pero, volver a caer en lo chabacano y vulgar, sería penoso para todos los
paraguayos. Pese a que la corrupción es universal y, últimamente, globalizada. Igualmente
somos muy afectados por esta realidad, de manoseo constante, ya sea por el
totalitarismo simulado, en una doctrina liberal económica, de boca democrática;
tanto como por la manipulación de los supuestos “socialistas”, que se olvidan
que nuestra propia Constitución es social y humanista, y siguen embaucando a la
gente más necesitada con supuestas “reformas” unidireccionales desfasadas.
Tenemos que empezar a comprender y respetar,
principalmente, aquellos derechos adquiridos de los trabajadores, que a diario
se están violando, bajo la amenaza de una corrupción sistémica.
Pensarán, tal vez, que el pueblo sigue siendo igual
que antes, callando las injusticias.