Hemos
explicado que a la corrupción no le interesa nación, sexo, doctrina o poder en
el mundo; todos le sirven para recaudar para un sistema, montado y dirigido
hábilmente, produciendo abuso financiero contra toda equidad y justicia.
Esta
realidad imposibilita el progreso de las naciones, se comparten supuestamente
obras, monumentales, casi imposibles a simple pensar, predicando ante el mundo
que será para el crecimiento de ambos pueblos; pero, a la hora de compartir en
partes iguales el producto, de tales obras, en su rendimiento: el abuso
financiero, al servicio de la gran corrupción, impone la injusticia más
desgarradora a una nación tan golpeada y maltratada por su don natural de
luchar contra este flagelo, desde el tiempo más remoto, al ser la primera
República independiente de Sudamérica. Saliendo ya al paso, de los movimientos
abusivos de la época, en términos financieros y culturales.
La
corrupción es un hecho consumado, que no es posible combatir con
recomendaciones, ética subjetiva, ya que la gran corrupción es sistémica y solo
en una democracia, con libertad de acción y pensamiento se puede conocer, en
los hechos, a través del cuarto poder. Arma de los desprotegidos y civilizados,
tan temido en el mundo.
Ahora solo
el agua hemos puesto, según los relatores de la gran corrupción, que se
manifiesta, justamente, en boca de sus expertos.
Este mundo
globalizado y su primer operario, INTERNET, nos permite desgranar este
atropello económico, sobre una República, considerada como la más corrupta de
Sudamérica, pero que, sin embargo, no deja de dar vida a sus vecinos, en
perjuicio, tal vez, de su propia población, tan paupérrima, por la falta de
civismo.
Hoy el
poder del nuevo gobierno, reconoce esta realidad y siente la necesidad, con
intenciones de corregir, en provecho de los habitantes, y, principalmente, a
favor de los trabajadores y de los pueblos originarios. Buscando así reparar el
resultado de esta obra en su seno, como ser humano capaz y honesto.