Ha causado mucho perjuicio al país, la discrecionalidad en el manejo del Estado, por parte de los funcionarios públicos, a través de la corrupción sistémica imperante.
Hoy, los autócratas, consideran solucionar este problema, pidiendo una auditoría internacional, justamente en el campo donde, desde hace un buen tiempo, se han tenido este tipo de tratos: La educación, cuya finalidad fue, en toda la era democrática, recaudar sin importar cómo. Total los niños son presa fácil, para la corrupción.
La reivindicación de los maestros, según el propio ministro saliente, es justa. Pero, tratar de intimidarles, para que renuncien a sus derechos laborales, es desconocer un derecho humano fundamental, en una democracia y un Estado de derecho, social, garantizado por la Constitución Nacional , máxima ley de la República , a favor de todo trabajador.
Según la TGC , solo puede disminuir la corrupción si disminuye la ignorancia, en todos sus grados; lo correcto, entonces, será sanear los mismos poderes según el grado de perjuicio ocasionado al erario público, por décadas, conforme a lo establecido en el artículo 106 de la Constitución. Solo así se podrá tener el apoyo, real y no comprado, de la gente, configurado en la misma promesa hecha antes y durante la admisión como representante de todos, al servicio del país para buscar el bien común.
Nuestra democracia ha crecido, en todo el mundo y tampoco dejamos de contar la verdad: Que ningún trabajador nombrado o contratado, pierde la calidad de tal, por las equivocaciones cometidas por los gobiernos anteriores, ya que estos trabajadores ni siquiera tienen protección contra los poderes, si es que los “tecnócratas” piensan volver al sistema totalitario, sin ningún respeto de la Carta magna, que es de carácter marcadamente social y humanista.
Si este principio de la corrupción sistémica, no se trata con objetividad, respetando los derechos de los trabajadores, más pronto habrá juicio político en el país.