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"Precio justo" y corrupción

El pueblo sigue teniendo fe, de que nuestros vecinos  nos paguen el precio justo, según lo establecido originalmente en el Tratado, hábilmente modificado por la corrupción sistémica, que ha imperado en América Latina; cuyas consecuencias estamos pagando, sin poder, hasta ahora, tener igualdad en la distribución de las utilidades de Itaipú.

Según la TGC, la gran corrupción utiliza la interpretación en perjuicio del Estado, ya sea por un particular, una sociedad o por otro Estado; la característica es la dificultad para la visibilidad, ya que actúa en la ocultación, cuyo epicentro está en los poderes públicos.


Hoy con la clara declaración del nuevo presidente, de que luchará por que se reconozca nuestros legítimos derechos en las binacionales, saliendo al paso de algunos comentaristas, que sostienen que Paraguay “solo colaboró con el agua”.

Además de los perjuicios económicos, en el “precio justo”, los daños a la ecología y el medio ambiente son incalculables para el país, ni que decir para los pueblos originarios, quienes deben recibir un mejor trato y compensaciones legales.

Así como aquellos obreros que fueron estafados, en su derecho a recibir el pago de  bonificaciones y beneficios, que les corresponde en ambas márgenes, incumplido por las supuestas “empresas contratistas”. Derecho que hasta hoy se les sigue negando; derechos humanos, laborales, imprescriptibles, según nuestra Constitución Nacional y los Acuerdos internacionales, aprobados y ratificados por el Paraguay.

Son preceptos que en el derecho laboral son irrenunciables; ni siquiera por corrupción o ignorancia, pueden dejar de cumplirse, pese a que hasta hoy sigan siendo omitidos, de manera irresponsable por los sucesivos gobiernos que se instituyeron en la era “democrática”.

Ellos deben ser pagados, en primer lugar, por ser normas de orden público. Si estos compromisos, de rango constitucional no se cumplen, de nada sirve la alta declaración social, que es el espíritu de la Carta Magna, si esta no es cumplida a cabalidad,  por “interpretaciones” coyunturales e ignorantes por comodato.

De hecho, hay democracia, y esperemos que el gobierno la respete en bien del pueblo y sus ciudadanos, por todos los obreros y trabajadores del país, que necesitan que se disminuya la corrupción sistémica, para así, lograr la ansiada justicia social reparadora.


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