Tanta
es la facilidad, para la corrupción sistémica, de presentar un proyecto de ley,
copiando lo que se hizo o “se pensó hacer” en otros países; que viene como
consecuencia de la confusión, caldo de cultivo perfecto, para el fraude
electoral.
Esta
realidad, en boca de algunos politiqueros, en caminos nebulosos, está marcando
la tendencia de las campañas electorales que se aproximan.
Según
la TGC, si la ignorancia no se trata de bajar, en todos sus grados, a través
del poder, ningún resultado habrá contra la corrupción sistémica.
Los
países subdesarrollados, reciben un castigo por la ignorancia, expresada en la
falta de civismo; muy bien utilizado a través de la politiquería; industrias de
fraude electoral, que convierten sus promesas incumplibles, en medios de
financiación corrupta de las campañas. Cuyo único objetivo es recaudar,
encareciendo todos los productos y servicios de primera necesidad.
Aquí,
recién estamos distinguiendo, por la democracia participativa, en libertad de
acción y pensamiento, que tratamos de implementar, lo que significa aceptar
pequeñas migajas, como boleta de cambio, para grandes estafas electorales
sucesivas.
Si
bien, tenemos muchos recursos naturales: estamos siendo descargados por
nuestros “democráticos” vecinos. Hoy llegamos a la caradurez máxima, de que
algunos directores y ministros, que el pueblo debe pagar, llevan la buena vida,
a cambio de la obsecuencia a nuestros “socios”. A costa de la necesidad y un
Estado paupérrimo.
Hay
fraude electoral, porque se sigue entregando las grandes ganancias de las
hidroeléctricas, sin ninguna posibilidad de progreso para el pueblo.
La
ignorancia, lo volvemos a recordar, es el mecanismo para que se sistematice el
fraude electivo; como simulacro democrático, dejando sin opciones valederas a
los ciudadanos: manejado, hábilmente por los politiqueros de turno, en todos
los departamentos y distritos de la República.
Comentarios
Publicar un comentario