La combinación de potencia
individual dentro de la sistematización social.
Para explicar esto debemos
tener en cuenta el proceso de desarrollo del pensamiento en la humanidad,
específicamente con respecto al problema de la corrupción.
La corrupción siempre fue
entendida como una manifestación concreta del espíritu de pecado, y nadie
discute que así lo sea en cada acción específica de las personas.
Ahora bien, cuando existe un
marco legal convencional, toda una estructura de componentes personales,
grupales y de intereses que salvaguardan y protegen cada uno de los
comportamientos corruptos, allí estamos hablando de corrupción sistémica.
El error estuvo en no
diferenciar estas dos situaciones a la hora de combatir la corrupción.
El combate hacia el mal
individual
El combate hacia el mal
individual ya lo realizan prácticamente, al menos dogmáticamente, la gran
mayoría de las sectas, religiones y corrientes filosóficas o pragmáticas.
Pero el descubrimiento mayor, estimo,
es el siguiente: De que el sujeto individual debe conocer, inexorablemente, el
proceso sistémico donde su motricidad individual se inserta y proyecta dentro
del campo social, político y del derecho.
Por eso la clasificación de los
grados de ignorancia
De los grados de ignorancia,
muy discutido en su momento por cierto, se puede decir que tiene una función
más científica que moralizadora. Constituye la única denominación posible para
poder identificar un proceso que ocurre en la obscuridad como lo es la
corrupción. Allí encontramos nuevamente una característica de lo que constituye
esta pionera teoría de la corrupción, es la luz o descripción científica de
algo prácticamente invisible, imperceptible, salvo en sus efectos a posteriori,
me refiero a la corrupción.
Es una gran prospección porque
es la antítesis de lo que es la ciencia social convencional que se apoya en
procesos que son visibles, pero sin dejar de lado la posibilidad de análisis de
una realidad subyacente que también es carácter recurrente en el análisis de la
realidad social, dentro de las disciplinas de lo social.
Para clasificar la
ignorancia se tuvo que servir de un
principio fundamental: sobre la capacidad de lo cognoscible reside la
posibilidad de decisión. Tuvo que equiparar conocimiento con poder de decisión
y por ende, ampliar el concepto mismo de poder hacia una esfera de vida total y
no solamente reducida a cuestiones de Estado. Eso le permite a esta teoría
general de la corrupción adquirir el grado de universal, y por el mismo conducto
valido la aplicabilidad de la doctrina política de centro humanista que de ella
deriva: el curacionismo. Ha sido el mismo camino seguido por todas las
doctrinas políticas que han tenido que analizar en profundidad primero una
realidad humana incontestable de modo a poder actuar sobre ella a través de los
campos de poder político y cultural. Ese es el caso del curacionismo, que
convierte al conocimiento de la corrupción y la acción política para la
disminución de los vectores de ignorancia y corrupción, y que eso lleva
naturalmente a la curación social cuyo resultado visible es una mejor
democracia y un poder más humano.
La curación social
La curación social es un
concepto manejado en al psicología, que se refiere a la interacción de
pareceres y experiencias en pos de lograr un desahogo pleno de sus
padecimientos y traumas, o incluso vicios, con otros individuos, que da como
resultado una descarga de empatía o ponerse en el lugar del otro.
La utilización de este término terapéutico para darle un
nombre a una teoría general de la corrupción, y luego a una doctrina política,
no escapa al mismo concepto. Se trata de que las personas que se consideran “curacionistas” debatan, se manifiesten,
relaten y razonen sobre una realidad personal, que normalmente tiene
connotaciones colectivas. El objetivo es que del conocimiento de esa realidad
social estructurada y colectiva, como es el caso de este problema unificador
que es la corrupción, pueda permitirle, a través de su propio criterio la
curación de ese padecimiento civil de atadura. Es la utilización más sublime de
la libertad personal para la curación colectiva.
La no imposición
En el movimiento mucho se ha
cuestionado la no imposición de directrices rugientes. Porque la doctrina nos
lo indica, la libertad es el principio rector, que combinada con la claridad y
la virtud no requiere de imposición. Ese es nuestro concepto de Estado, nuestra
doctrina política nuestra idea de gobierno que ya lo ejercemos día tras día.
De otro modo caeríamos en los
totalitarismos de derecha o de izquierda, no seríamos de centro, no estaríamos
siendo humanos, no estaríamos dignificando al ser humano.
La organización misma de los
movimientos y partidos que propugnan el curacionismo es de libertad, con
claridad y virtud por sobre todo. Pero de ningún modo puede construirse como un
medio de hostigamiento o discriminación.
Probablemente es la primera
doctrina que se adapta a la democracia de principio, y a los estándares
exigidos por el Estado Social de Derecho, del equilibrio y de la justicia. No
constituye un colectivismo doctrinario, sino un individualismo sensato para el
bien común. Necesitamos de grandes personas para grandes gobiernos, y no
grandes gobiernos para pequeñas personas. Las personas son la nación, y la
política busca que el Estado sirva a la persona, a su engrandecimiento.
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