Me
decía una parroquiana, en el Alto Paraná, con mucha agitación: —Dígame usted,
¿acaso los cursos hídricos, no deberían ser defendidos por todos? En todo el
mundo; ¡el agua dulce es vital para la
supervivencia!
—Claro.
Así es señora. Tenemos la obligación de defenderlos.
—Pero,
en la televisión, estaban diciendo que habrá más actividad, a la vera del “Lago
de la República”. Y, ¿eso no sería contaminarlo más aún? Porque es una de
nuestras fuentes principales de provisión.
Según
la TGC, la falta de conocimiento de
los valores, hace caer a la población en la ignorancia sistémica.
Lo
que esta parroquiana, esperaba que le explique es la importancia de los cursos
hídricos, según la recomendación mundial: obligatorias en su cumplimiento, para
todos los países, que han suscripto los diversos convenios sobre la materia.
Empezando por el gobierno paraguayo: sus tres poderes, municipios y
gobernaciones.
De
no cumplirse con tales normas, el Ministerio Público, no debe esperar a que
ocurran los daños, perjuicios e intoxicaciones para actuar: Son los
representantes de la sociedad, por tanto, deben actuar de oficio. Hoy, no mañana,
cuando ya sea visible el verdeazulado de las algas.
Es
de conocimiento público, la poca cultura de higiene de nuestros representantes,
máxime si existe la posibilidad de alguna “mordida”, en las garras de la
corrupción sistémica, ejecutando obras en lugares como el Lago de la República.
Buscando atraer un mayor flujo comercial, sobre un bien que es de interés
público, por constituirse en indispensable para la vida de miles de personas.
Se requiere más bien despejarlo y mantenerlo limpio, si es posible, hasta a 100
metros del lugar, como mínimo. Si es que realmente cumpliremos con el precepto
constitucional, de cuidar la vida y la salud de las personas, por encima de los
intereses comerciales personales; del marketing político tercermundista.
Tratar
de velar por el mantenimiento estable y libre de contaminación, de los cursos
hídricos, es fundamental para este departamento; ni que decir para la Ciudad,
cuyo reflejo, le dirá a los turistas, el estado real de los que viven allí.
—Claro,
si buscamos el respeto de ese cauce hídrico, no habrá plata rápida…
Toda
obra es buena, lo importante en democracia es comprender las prioridades: No
permitir ser engañados por los espejitos. Maña de la corrupción sistémica, que
siempre golpeó a costa de todos los cursos hídricos de nuestro país, a lo largo
de la historia patria.
—Claro,
eso es lo que deseamos aquí en Ciudad del Este: No más obras sobre el Lago; ni
despojos de espacios verdes, con la visa de legalidad de supuesto progreso;
solo por recaudar para la corona. Usando como incentivo proselitista.
—Admiro
su preocupación señora, pero hay posibilidad de que el municipio tenga
consideración de ese bien público. Y no caiga, una vez más, en la ignorancia y
la corrupción, en perjuicio de un recurso hídrico que beneficia a todos.
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