En
temibles enemigos pueden convertirse la finanzas
públicas para la política, si existe democracia y libertad de prensa; por
la imposibilidad de mezclar lo privado con lo público, práctica diaria de la
corrupción sistémica.
Según
la TGC, la ignorancia es un elemento de la corrupción sistémica, incondicional
al servicio del poder.
América
latina se ha caracterizado por esta política de “alianza”, posibilitando el
trabajo tranquilo del sistema corrupto, lícitamente en los tres poderes
públicos, en una democracia bananera: con el grito de que se respetan los
principios constitucionales.
En
Paraguay, algunos legisladores iniciados, están molestos y alegan persecución
política de la prensa. Que los fiscales aprovechan e imputan a mansalva.
Algo
poco creíble, porque se da en el marco de una sociedad un tanto quieta, por
falta de civismo democrático colectivo.
Al
parecer va terminando la época del “hagan ustedes que nosotros mandamos y somos
los éticos de las finanzas públicas”,
siempre amparados por la ignorancia en la ocultación del poder, sin otra
responsabilidad que presentar un balance maquillado, cada año y ser felicitado
en el Congreso.
¡Qué
tiempos aquellos! Donde todo terminaba en el “ñembotavy”, auténticamente paraguayo, muy útil a los innumerables
actos, hechos y prácticas de corrupción; lo cual hacía imposible realizar
ninguna investigación seria.
Todos
estamos de acuerdo en que el problema es la corrupción sistémica, pero nos
negamos a reconocer, que la única forma de disminuirla es con una doctrina
política verdadera y nuestra, al servicio del país: tan necesitado de claridad,
libertad y virtud en el manejo de las finanzas públicas.
Desde
la Procuraduría están comenzando a pedir celeridad a los fiscales, en los casos
de corrupción; de modo a esclarecer ante la opinión pública y si es posible,
recuperar lo defraudado; y no quede como el eterno chiste palaciego, de que “no se tenía conocimiento de los hechos,
actos y prácticas en que incurrían los familiares y amigos”. Una broma de
élite, que ya no puede ser admitida en un país serio y responsable; mucho
menos, de parte del primer magistrado de la República.
Así
dejará de ser la ignorancia, caballito de la corrupción, la que firme y decida
en las finanzas públicas nacionales.
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