Foto: Sergio Blanco. Parque curacionista. |
Extraído del libro “La curación social: Una síntesis de la Teoría
General de la Corrupción” (2011)
Debemos entender, el porqué, la
ética, puede ser parte de un sistema de corrupción, y para qué es importante
conocer su verdadero sentido, de modo a no caer en la obscuridad y en la mera
abstracción sobre la ética, que debe ser la luz de la sociedad.
Debemos diferenciar con
claridad, que la potencia y sustancia de la ética, tiene su origen en el
derecho natural. En la conciencia intrínseca, que tiene todo ser humano sobre
la justicia. Es la conciencia de lo justo. Si el comportamiento ético no es
justo, hay confusión, hay ignorancia.
Usualmente se
confunde, lo correcto con lo justo.
Lo correcto tiene que
ver con la decisión más conveniente, inteligente y acorde a la circunstancia
emergente. Tiene un aspecto netamente temporal. Circunstancial.
Ej.: Estoy con mucho apetito, y lo correcto será que me
busque la forma de obtener el alimento.
En este ejemplo,
vemos que lo correcto responde solo a la pregunta: ¿qué necesito?
Pero para que una
acción sea justa, debe trascender de la mera circunstancia o apuro temporal.
Debe responder a la pregunta “¿cómo lo
conseguiré?”.
Lo correcto, de
hecho, también puede ser justo. Ya que existiría entonces una relación entre
género (lo justo) y especie (lo correcto). Derivativamente, se podría decir que
lo correcto, al proceder de una conciencia de justicia, es la materialización
de lo justo. Es la acción misma de la justicia, que busca un justo medio.
Pero cuando lo
correcto, no tiene una sustentación ética, y no se diferencia la simple
conveniencia o interés personal, de un interés o ideal de justicia superior, o
el bien mismo, per se, se convierte en ignorancia plena, que no permite tal
discernimiento. Convirtiéndose en una negación.
Y al confundirse, lo
correcto con lo justo y ético, estamos convirtiendo la foto del árbol, en el árbol mismo.
Estamos convirtiendo,
la simple ilusión o apariencia en la ética misma. Lo cual convierte en
ignorancia a la ley y las normas mismas de la sociedad, y con ello es que el
poder se aparta totalmente de su posibilidad de controlar la corrupción.
La ética, con
programas que instan a hacer lo correcto, sin un fundamento de justicia, sino
solo de conveniencia para el “estado”, solo sirven para potenciar y
sistematizar aún más la corrupción individual. Relativizando los valores y
principios de las personas. Allí es cuando la ética convertida en ignorancia,
forma parte de un sistema de corrupción. El sistema la oculta, y la hace
aparecer como en un acto de magia e ilusionismo; nos hacen ver a una misma
persona, reflejada en dos partes. La ética no es una ilusión óptica, es la
fuente verdadera que debe conducir las normas, tanto las morales como las del
derecho. Ambas son normas éticas.
Las normas de derecho
son normas éticas, de carácter obligatorio y coactivo. Es decir, su
cumplimiento es exigido por el propio estado, y en caso de no observarse,
genera sanciones o penas. Las normas morales, son normas cuyo cumplimiento es
voluntario y autónomo; quedan a criterio de la persona el cumplirlas o no.
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