Me
decía un poblador del Bañado: “No hay nada más confortante que la igualdad ante
la Ley. Eso le da vida a la democracia, pero aquí, no existe”.
Creo
que estás apresurándote—le dije—al afirmar tal concepto sobre el país.
—
¡Claro! En la Constitución dice…pero, los parlamentarios y otras autoridades no
van presos, si cometen corrupción en sus funciones. Incluso terminan cambiando
a su gusto, a los fiscales.
Según
la TGC, si el poder no respeta el Estado de derecho, habrá ignorancia en la
ocultación; lo cual deriva en injusticia material.
Esta
democracia representativa, en libertad de acción y pensamiento, permite a la
población comprender y apreciar, con claridad, libertad y virtud, todos los
procedimientos encadenados a la corrupción sistémica; en cada uno de los
poderes.
La
capacidad comparativa adquirida por el pueblo, se realiza todavía por medio de
la percepción, es cierto, antes que por el respeto de un procedimiento legal
pre-establecido, hasta en los postulados constitucionales.
Es
fácil cuestionar y pedir, porque ahora la democracia exige a todos los
ciudadanos, participación, a fin de mantener la vigencia de estos principios,
para todos por igual: Mandatarios y ciudadanos comunes.
De
lo contrario, aparecen el vicio y la ignorancia, que equivale a injusticia
sistematizada, que favorece a ciertas claques, clanes o poderes fácticos de la
sociedad.
La
generalidad de la población no entiende y afirma, que no están en vigencia
ciertos derechos fundamentales en el país.
La
corrupción sistémica, es la que ha generado esta media verdad, en la percepción
de la gente. Por el tratamiento diferencial, dispensado a los parlamentarios
que afrontan procesos por presuntos, hechos, actos y prácticas de corrupción.
Esta
desigualdad, en cuanto a la aplicación de la normatividad, se acentúa al comprobar
que la interpretación, fácilmente se vuelve en contra de los denunciantes; o
sobre aquellos que pretenden cumplir bien con sus funciones como empleado
público.
Es
como si existieran dos tipos de procesos judiciales paralelos, uno para la
gente común; otro para los representantes electos y funcionarios de alto rango.
Si se pretende con sinceridad, disminuir la corrupción sistémica, estos
procesos deben ser unificados.
Comentarios
Publicar un comentario