Le cuesta a nuestro pueblo
salir del pantano social: Al estar siendo dirigidos por la corrupción
sistémica.
Según la TGC, “si la estructura del poder, por medio de los
mandatarios, no disminuye la ignorancia en la ocultación, es casi imposible
esperar progreso.” A no ser de que se traten de burbujas económicas,
basadas en la dialéctica sofística y la demagogia mediática de bajo costo.
Lo cierto es que puede haber
un gran revoloteo, en todo el país, para tratar de justificar la existencia de la
politiquería en los gastos públicos; porque la ignorancia mantiene este
pantano, impidiendo cualquier atisbo de mejoría social.
Si el pasaje subió, sin
determinarse el costo real, cualquier cosa se puede esperar de los demás rubros
del servicio público: Sujetos al arbitrio oportunista de los siempre re-electos.
No se reprime ni a los
ejecutores ni a los contralores, ministros y demás autoridades, que permiten la
preeminencia de un sistema económico de facto; sin sustentación legal ni
legítima; por carecer de la concordancia con los valores constitucionales que el
pueblo a determinado. La libre “empresa”, la concurrencia igualitaria y la
República, no se deben entender como contubernio para “contratar” con el Estado,
sostener empresas fantasmas con el presupuesto público y apadrinar candidaturas
por conveniencias comerciales de sector.
Un sistema económico,
conducido por la corrupción sistémica, no fue, ni será admitido por el pueblo.
Es inconstitucional, inmoral e inhumano, seguir sometiendo a un pueblo joven,
que ha demostrado con harta claridad el tipo de sociedad y de país, que quiere
para su presente y futuro: Un Paraguay sin corrupción y sin ignorancia.
Otra estancia en el pantano,
lo constituyen nuestras dos represas hidroeléctricas, que nos está convirtiendo
en mendigos de la comunidad internacional; mientras, nuestros vecinos y sus
empresarios, se jactan de hablar de que “Paraguay tiene un mejor clima de
negocios, ahora”. Una gran ventaja presenta para los agro-negocios; para seguir
contaminando nuestro suelo y nuestra agua dulce. Fundamentales en el mundo de
hoy, destruido e inutilizado a lo largo de generaciones.
Respetar a la ecología y a
los campesinos, ya no es una cuestión de moda o de discursiva atractiva; se
trata del único medio viable para mantener una vida útil y saludable a escala
planetaria.
Nuestra democracia
representativa, que sirve de ciénaga de los intereses personales de los políticos,
debe seguir creciendo con libertad, claridad y virtud, a la hora de resolver
los problemas nacionales. Principalmente en el respeto de los compromisos
contraídos.
No podemos seguir permitiendo
tanto atraso en los pagos, a nuestros “grandes vecinos”. Callándonos en cada
reunión y encima, agradeciendo falsamente; muy común en el trato comercial
tradicional, pero inaplicable en la buena política y la aplicación del derecho.
Desterremos la sombra del
pasado bananero de la Región, cuando la corrupción sistémica era la regla de
los gobiernos.
Nuestra patria tiene los
medios, la filosofía y la historia necesarios, para llevar adelante esta nueva
doctrina política a favor de la democratización de la Región.
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