El
sistema democrático y el Estado de derecho, cuando son de verdad, se
constituyen en enemigos de la corrupción sistémica; en cualquier parte del
mundo civilizado, porque permite apreciar la realidad de los objetivos, que
todo poder tiene, a la hora de realizar la adquisición de bienes o servicios en
nombre del Estado, es decir, las compras.
Según
la TGC, si el poder es naturalmente corrupto, la única alternativa es que disminuya la ignorancia, elemento central de
la corrupción sistémica.
Hoy
en Paraguay, por medio del cuarto poder, se pueden conocer con nombres y
apellidos a los promotores de la gran corrupción: Ya sea en la compra de
majestuosos edificios, realizada con la celeridad de la “necesidad”; o la
supuesta solución de los problemas indígenas; o de la gran corrupción sistémica
del azúcar y su desconocido origen.
A
los parlamentarios acusados por supuestos hechos, actos y prácticas de
corrupción, sus propios colegas les van exigiendo sobre su responsabilidad ante
la justicia, de modo a esclarecer lo antes posible.
Todas
las compras se van conociendo, gracias a la prensa, elemento fortificador de
toda democracia de verdad; por eso es tan difícil para cualquier profesional,
cumplir con el apostolado de informar para fortalecer la democracia y disminuir
la corrupción sistémica.
Puentes
sin inaugurar, se destruyen por las lluvias, como demostrando los efectos de la
corrupción sistémica. Se ganan las licitaciones pero con precios amañados, sin
estudios fiables para la correcta construcción.
Los
magistrados y el poder judicial, deberán demostrar sus “uñas de guitarrero”, a
la hora de juzgar tantos hechos de corrupción consumados, sabiendo de los miles
de millones en juego en cada caso.
Este
principio de ciencia, que presenta un método de combate, para disminuir la
corrupción, a través de la enseñanza, el conocimiento y la verdad, aún está
alejado de la práctica jurídica hasta hoy. Pese a ser la primera Teoría General
de la materia, a nivel mundial.
Por
algo, la ignorancia en la ocultación es un elemento de todo poder. Y en la democracia
participativa, con un Estado de derecho en libertad de acción y pensamiento,
toda acción del pasado o del presente, objeto de compra o de venta, puede, al
menos, conocerse a nivel masivo.
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