¿Que podía cambiar la suerte del Paraguay, usando el término
"novación"?. Si lo justo: en Yacyreta, debe ser recibir lo que
corresponde, como indemnización y pago del precio por la energía cedida. Poner
fin a la corrupción sistémica.
Según la TGC, todo poder debe combatir la corrupción en sistema. La
condición de ser representante del pueblo paraguayo, es doblemente exigido en
estos momentos, al gobierno. Ha sido puesta en él, la famosa camiseta
paraguaya; para que de una buena vez, se rompa la explotación inmisericorde, de
nuestros recursos naturales. Hasta hoy, solo puestos al servicio del vecino.
Ninguna figura rebuscada, como la novación, puede dar lugar a pretender
cambiar el indeclinable, e imprescriptible, derecho del Paraguay, como
condómino, a recibir la mitad de lo generado por la venta de energía: generado
en este coloso hidroeléctrico binacional; de naturaleza clave en la economía
del Río de la Plata.
Si bien, algunos foros internacionales económicos, nos siguen tildando
como uno de los países más atrasados en cuanto a competitividad, les diría: Con
justa razón; al seguir permitiendo tamaña expoliación, de nuestros recursos
legítimos; pertenecientes a todo el pueblo paraguayo. Sufrido y pobre, a
consecuencia de querer combatir, a la corrupción sistémica, de toda
Latinoamérica. Desde la época colonial, hasta el presente.
Indudablemente, con mucha hidalguía, le decimos a ese "foro",
la pérdida que pueden sufrir sus "dueños", resultante de la mitad que
hasta hoy siguen usurpando del Paraguay.
La claridad, la libertad y la virtud, deben mostrar al gobierno el
camino; y no aceptar amoblar a la corrupción. De la cual, el más perjudicado,
resulta el pueblo paraguayo.
El mundo debe saber la verdad:
Que la potencia del Paraguay, no es la agricultura, sino la energía
hidroeléctrica; cuyos réditos, deben de llegar, a los connacionales. Para que
dejen de mendigar, en el mundo entero, como gitanos. Por culpa de las
"novaciones" y otras ocurrencias, aceptadas por la politiquería
histórica, tradicional del país: por la ignorancia y la corrupción sistémica,
que siguen atentando contra el bien común.
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