“Para
nuestros representantes, todo es distracción, cuando se trata del manejo del
Presupuesto. Al amparo de la corrupción sistémica, que tiene su historia en
nuestra política”, me decía un parroquiano del Alto Paraná.
Según la
TGC, si los poderes constituidos no respetan sus propios principios, la
corrupción hace estragos.
Estas
verdades, dichas y conocidas, por medio de los hechos presentados por el cuarto
poder, se empiezan a difundir en cada esquina: en todas las ciudades del país.
Así es como podríamos afirmar, objetivamente convencidos, de que la democracia
verdadera, es el único camino para ir disminuyendo este flagelo de carácter
mundial.
El país
avanza, en su investigación y estudio contra la corrupción, pese a las
interesadas clasificaciones que le siguen adjudicando, encuestadoras globales,
que buscan por medio de la percepción, quitar más tajada, por medio de los
presentes y futuros empréstitos internacionales del Estado: fuente y origen de
todas las riquezas privadas y gremiales, de los países subdesarrollados; en
especial, las de América Latina.
Porque,
bajo el título de “el país más corrupto de Sudamérica”, se oculta la cortina de
humo geopolítica; que, a manera de distracción publicitaria negativa, esconde
la abominable explotación irracional de nuestros recursos naturales, por parte
de empresas multinacionales. Que genera una renta aparente, de mínimo aporte al
erario, y termina esclavizando a toda la población con la pérdida de sus
recursos finitos.
Esa distracción
económica, es la que maneja la “política
al mejor postor”, devenida en politiquería. Movida por la ignorancia, que es caballito de la corrupción.
Son sumas
siderales, del presupuesto distraído, con toda la intencionalidad y voluntad.
Hechos que todo el país conoce, así como a sus responsables. Sin embargo, por
falta de claridad doctrinaria y jurídica, en la materia específica “corrupción
sistémica”, tales hechos, resultan improbables, a los fines de imputación.
Si en
realidad pensamos bajar la corrupción, debemos comenzar exigiendo a los
encargados de justicia. Que se enteren sobre el concepto jurídico real de la
corrupción; que no se sigan quedando con el subjetivismo ético, del Medioevo.
El Estado
social de derecho, obliga a los administradores, a ser absolutamente coherentes
con lo que dicen y hacen. Para ser respetados y apoyados por la ciudadanía.
En este día
tan grande para el país, de la Cruzada mundial de la Amistad, impulsada por un
soñador paraguayo, de buenas intenciones, deseamos que se vayan superando las ‘distracciones’
y la corrupción sistémica.
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