“Van
saliendo las perlitas del nuevo gobierno”, me dice un parroquiano del Alto
Paraná, al leer los periódicos y la ola de negociados y sus imputados;
consecuencias de la corrupción sistémica.
Según
la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, puede hacer variar la
interpretación de una ley.
El
desarrollo de nuestra democracia, por medio de la difusión de las ideas
sociales, de tiente real para la conciencia, sigue buscando la verdad; gracias
a la participación activa de la prensa y un Estado de derecho, que cada día se
va puliendo, con más claridad, exigiendo más equidad a los administradores de
la justicia.
El
principio de conocimiento en libertad; así como debe ser en toda democracia,
con claridad, libertad y virtud. Tan importante para cualquier sociedad, que
quiera su mejoría.
Cuando
se realiza una auditoría, se toma como presupuesto, que fue practicada con la
total transparencia; pero, cuando faltan a la realidad, se podría verificar el
“visto bueno” de la ignorancia, en el análisis de la documentación. A favor de
los interesados en la consumación del hecho.
El
análisis jurídico y contable, con los postulados de la Teoría General de la
Corrupción, nos permite encontrar las falencias, demostrables para la
aplicación de la normativa administrativa vigente. Contrariamente, al muy
extendido análisis subjetivo de la corrupción; que en muchas ocasiones ha
llevado a la impunidad: porque solo se busca relacionar a un responsable, con
una multiplicidad de procesos, que escapan a una persona, e introducen el
concepto de sistema de corrupción. Figura hasta hoy, no prevista en la
legislación penal.
Esas
“perlitas”, que puede vislumbrar este poblador del Alto Paraná, así como gente
de todo el país, que se preocupe, no es más sino la paulatina curación social y
política, que va operando, gracias a la libertad conforme a derecho.
Si
nuestra democracia, comienza a respetar la justicia, efectivamente, el país
tendrá la oportunidad de bajar el flagelo de la corrupción sistémica.
Si
estas auditorías practicadas en todas las instituciones públicas, que resultan
obligatorias para todos los órganos e instituciones del país, no generan la
suficiente prueba para impulsar y sustentar, la investigación e imputación
fiscal, es porque en algún punto de nuestra práctica y dogmática jurídica, se
está obscureciendo con ignorancia interesada.
La
claridad, en la fiscalización, es la única que puede permitir que se respeten
los bienes comunes a todo el pueblo. Por eso, el dominó está en manos de la
opinión pública. De acuerdo a su despertar, podrán ir viéndose los cambios,
para mejorar en la política. Necesitamos levantar la buena política.
Los
organismos internacionales, de mucho peso, nos siguen marcando por la falta de
creatividad, para mejorar la realidad, tanto económica como social.
Pero
todo comienza, con la responsabilidad política; la cual debe ser asumida, ante
cualquier hecho, práctica o acto de corrupción sistémica, sin permitir más la
acomodación o el “opare’i”*.
*Extinción
de la causa por inoperancia o inactividad.
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