Me decía un parroquiano del Bañado Sur: —“Este será uno de los países con mayor
igualdad constitucional; pero, con la más alta discriminación y corrupción
sistémica, del mundo”.
Según la TGC, el poder siempre utiliza a la Ley, a
través de la ignorancia en la ocultación, en cualquier sistema. Aquí muchos no
comprenden, que una norma constitucional, de orden declarativo de derechos,
prácticamente no necesita de reglamentación, para que sea de cumplimiento
obligatorio, a favor de los afectados en una cuestión específica o genérica.
Tal vez lo que sucede, es que la ciudadanía está muy acostumbrada,
tal vez, a a fijarse en lo que sucede en países más adelantados; olvidando
conocer mejor, los principios constitucionales y régimen jurídico de su propio
país.
Esta costumbre favorece a la corrupción sistémica, en
una democracia donde la ciudadanía pide la solución por medio de leyes. Con el
simple razonamiento, de que debe ser implantado por el poder administrador, como
sería el caso de discriminación.
A esto acotaba el bañadense:
—“El mismo diputado, del Alto Paraná,
sancionado, acusó a sus correligionarios y colegas, de discriminarlo…”
Mientras la Carta Magna sea la moneda de cambio, para
el logro de objetivos personales, con la expresa intención de “copiar y pegar”
leyes foráneas, para ser aplicadas a la fuerza, en el país, seguiremos
practicando la discriminación, con disfraz demócrata, de las mayorías
parlamentarias, sobre el bien común general de la población.
El Estado de derecho, estaría siendo minado por el
famoso doble discurso del ñembotavy.
Pero al comprender la verdad, por medio de la
claridad, la libertad y la virtud, a favor del desarrollo social, así
reconocido en la Constitución y buscar la forma de respetar y hacer cumplir, a
todos por igual, gobernantes y gobernados, podremos bajar la ignorancia en la
ocultación del poder; así como la práctica discriminatoria, en el aspecto
central, que constituye el principio de “igualdad ante la Ley”.
Los principios constitucionales, de cumplimiento
obligatorio, son simples letras muertas, si no comprendemos la manera de
practicarlos en la sociedad. Siguiendo con la vieja política de la fuerza, que
creímos haber superado en la madrugada del Golpe del 2 y 3 de febrero del 89:
Dando lugar a la igualdad social.
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