Me decía un
parroquiano del Bañado Sur, cerca de “Cateura”: —“La sistema calesita, al nombrar a dedo, quienes van a ser los
encargados institucionales, solo aviva la corrupción sistémica”.
Según la
TGC, el poder y su estructura, deben luchar contra la ignorancia, que es
injusticia.
Los últimos
acontecimientos nacionales, están mostrando de cuerpo entero a la ciudadanía,
el porqué se debe entender a cabalidad lo que es la corrupción sistémica; y su
diferencia, con la fácilmente visualizada, pequeña corrupción o contra ley,
ante la opinión pública.
El sistema “calesita”,
en la mente de la gente, ya no funciona, en una democracia verdadera; cuyo único
objetivo es respetar la claridad, la libertad y la virtud, para lograr bajar
este flagelo mundialmente. Principalmente en América Latina, donde la
politiquería es el pan de vida a expensas de la corrupción.
Si los
encargados mediáticos, siguen negándose a conocer y usar correctamente, los
conocimientos de las ciencias sociales, esperando llegar a soluciones a través
del simple “cambio de percepción”, como se hace en publicidad comercial, la
ciudadanía seguirá desligada de la participación real, tanto política como
social.
El “haremos,
seremos y nos empeñaremos, firmes en la lucha a favor del pueblo”, solo a
título personal, y sin ningún trabajo u ideología que lo ampare, resulta un
chiste para los tiempos actuales. O si no, es solo mirar a los electores y su
forma de votar en el Brasil.
Esa
práctica peloteril de política
calesita, donde los corceles encanta a los niños, sin comprender la razón de
ser.
La política
internacional vecinal, cada día nos está perjudicando más; por los intereses
que nos corresponden en las binacionales; pero que hasta hoy, ningún gobierno
es capaz de hacer una petición correcta y firme, ante el mundo civilizado.
El cuarto
poder, al publicitar este sistema de simulacro y efectividad, se convierte en
arma de la corrupción sistémica. Aquí o en cualquier lugar del mundo.
“Por eso debemos confirmar la importancia de
unirnos para defender nuestra política y levantar los valores verdaderos en los
jóvenes”—me repetía este parroquiano bañadense.
En nuestro
país no faltan leyes, sino cumplimiento y respeto al espíritu y encuadramiento
de las mismas.
La
estructura social debe, obligatoriamente, cambiar en la difícil competencia, la
llamada “solución de candidatos”, para pasar a ser representantes de la
ciudadanía. Dejar de decir “fue
indiciado, pero ya ha pagado su responsabilidad”. Los errores se pagan
políticamente, y no pueden ser perdonados, con el solo hecho de cambiar el “vagón”
en la calesita. Eso es corrupción sistémica.
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