Me decía un alto paranaense: —“Si aumentando las penas se soluciona la
delincuencia y la corrupción; muchos Estados del mundo serían la maravilla en
la realidad social”.
Según la TGC, la ignorancia en
la ocultación de los poderes, utiliza a la ley en la interpretación.
Este juego perverso, se puede
decir, es el arma de la corrupción sistémica en el mundo entero; por eso, la
simple arrogancia, de dar solución al flagelo número uno del mundo, anidando
promesas y modificaciones, ya no caben en un Estado de derecho respetuoso. Eso
hasta el más distraído de los ciudadanos lo sabe.
Si el sistema de aplicar
justicia “según la cara del cliente”, sigue vigente en la descentralización,
con más razón, y a mayor costo social, se trasladará a la saturada central
capitalina.
Nuestros conciudadanos, que
viven en la frontera, conocen la realidad del día a día; de los vecinos y la
delincuencia organizada, cuyos responsables tienen más facilidad de lograr sus
objetivos, al monopolizar la justicia, en la misma capital.
Lo primero que se debe hacer, es
la revisión total de los casos actuales y las “libertades provisorias”, en el
país.
—“Aquí en Alto Paraná, hoy justamente, amanece muerto uno de ellos, que
cuenta con antecedentes, pero que, sin embargo, estaba libre entre la población”.
En otros lugares, ciertos
funcionarios públicos son procesados, pero siguen cobrando en sus Ministerios.
Este sistema de política
judicial, debe ser corregido, si en verdad existe interés de salir de la
corrupción sistémica, inesperada en sus dimensiones, como los raudales que
florean después de cualquier llovizna o aguacero.
Al final, son puras promesas, de
cara a las municipales. Una vez más la politiquería y su ideología parcial,
domina todo el país, por medio de la administración de justicia donde “la cara
del cliente”, a través de la ignorancia en la ocultación y su “interpretación”,
resultan la constante dentro de la sociedad.
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