Me decía un
parroquiano del “Bañado Sur”: —“Aquí, las promesas de los politiqueros ya
nos da calambre; pero la corrupción sistémica no baja”.
Según la
TGC, la ignorancia en la ocultación del poder hace estragos en toda sociedad
inculta.
El objetivo
de toda política, por lo tanto, debe ser “buscar
el bien común”; pero si los actores políticos, no están a la altura, para
construir esta realidad, son simples politiqueros al servicio de pretensiones
personales.
El desatino
en el que caen los partidos tradicionales, da miedo. Al aceptar, sin
mosquearse, como dirigentes, a peligrosos politiqueros; contaminando su
estructura, hasta el límite de lo imposible de sostener. Todo, a causa del
populismo partidario, de prometer y comprar conciencias, a como dé lugar.
—“Muchos
dirigidos fanáticos, de la primera hora—me seguía explicando el bañadense—cambian fácilmente de bando,
luego de ponerse la camiseta; cuando no logran sus objetivos y ventajas del
poder político”.
—“También
no está muy lejos el otro populismo, de prometer transformar en maravillas,
durante un momento de gobierno que atrae los créditos internacionales…”.
Que, luego, los hechos, actos y prácticas de
la corrupción sistémica, se encargan de mostrar, de cuerpo entero, la carga de
la deuda, a espaldas del sufrido pueblo, tan abandonado de enseñanza, para
hacer y distinguir una buena política.
Una verdadera
política que levante los valores, la moral y el respeto del Estado de derecho;
que los jóvenes tienen hoy a la vista, por la facilidad de acceder a la
información. Pero, que si no tratamos de sanear, curando nuestra realidad, de
los populistas y aprovechadores, el futuro seguirá siendo incierto para el
país.
Los
oportunistas, a costa de las ingentes necesidades de la gente, seguirán
prometiendo en nombre de la política, cualquier ventaja, sin medir la justa
cusa y motivo, sobre los intereses nacionales, al servicio del bien común, sin
populismo e ignorancia.
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