Difícil establecer seguridad en el mundo
actual. Un mundo donde a cada instante, nos vemos obligados a resolver
cuestiones de interés general.
Estamos al amparo de una globalización exigente
y capaz de conocer la verdad.
Por lo tanto, la seguridad nacional solo se
consigue en democracia, cuando los ciudadanos comprenden el verdadero valor de
un Estado de Derecho, en libertad.
Nosotros estamos acostumbrados a la mentira
política; a la farsa, principalmente en la cuestión de la seguridad.
Es tal vez el resultado de la corrupción
sistémica, que ha manejado siempre a nuestro país, sin importar mucho el daño a
la seguridad jurídica y social.
Pero hoy, gracias a la democracia en libertad y
con ganas de respetar el Estado de Derecho, nos estamos despertando, para ver
que lo mejor del ser humano está en su íntima libertad, de modo a poder luchar
contra la violencia y el abuso de poder; contra la injusticia, amparada por el
vicio y la ignorancia, que utilizan las instituciones públicas como
aguantadero, sin importar otra cosa más que el sostenimiento del sistema
corrupto.
Todos los ciudadanos estamos obligados a
defender la seguridad, para bien del sistema democrático; pero, los políticos
son responsables directos de buscar la solución para que el país comience a
curarse; para ser considerado como un país serio y coherente.
Debemos seguir apoyando al fortalecimiento
democrático, aunque cuesta ver la realidad de que para conservarlo, se debe
depurar nuestra política, de modo a exigir cumplimiento irrestricto de la Constitución
Nacional , no permitiendo que aquellos con antecedentes por
corrupción sigan en la cadena del poder. Solo así las autoridades podrán
esperar el apoyo del pueblo; su confianza en la administración de justicia.
Si no logramos cambiar esta sencilla realidad,
y seguimos permitiendo que la corrupción sistémica mande, en beneficio de unos
pocos, sin seguridad jurídica ni social, lo único que lograremos es perder el
lento progreso que estamos construyendo como país a nivel mundial.