Siempre hemos explicado, a través de la TGC , que la característica de
la gran corrupción es la ocultación de la realidad, sobre un objetivo, en este
caso la falencia de la administración del país, descuidando a la juventud agropecuaria (escuelas
agronómicas), quitándole su correspondiente presupuesto de todo un año.
Lo peor es que aparentemente, se estaría
“bicicleteando” el rubro, que está a cargo del ministerio de agricultura. Sin
visos de solución hasta el momento, salvo las frágiles manifestaciones por
parte de los jóvenes estudiantes, junto a sus profesores.
¿Si en verdad somos un país agro-ganadero,
según la propaganda clásica de los politiqueros, qué pasa? Éstos casi no
mencionan, que somos los más grandes productores de energía limpia y barata
para nuestros vecinos del MERCOSUR.
Quienes dirigen justamente estas
hidroeléctricas, que deben tener una política educativa para la formación de la
juventud, y en este caso particular, la
enseñanza de la agronomía, deberían hacerse eco de estos reclamos. O si no, de
que cultura o avance estamos hablando.
La cultura de los miserables y mendigos no va
más señores.
La gran corrupción: que devora estos
presupuestos, sin empacho, está ahora a la vista gracias a las protestas
públicas de los afectados. Tímida, pero importante para comprender, lo que
implica la democracia en un Estado de Derecho.
Tienen la libertad: para exigir su legítimo
derecho constitucional, de cuidar su formación como jóvenes y ciudadanos.
Si hubo un presupuesto; debe ser recuperado y
quienes lo hayan desviado, deben responder ante la ley.
“Jóvenes agropecuarios” a la gran corrupción
solo denunciando se gana.