Los partidos políticos son instituciones que
dependen, exclusivamente, de sus dirigentes, son los encargados de enaltecer y
dar vida a la organización, pero si no cumplen con objetividad en sus cargos,
ya electos o en campaña, se puede estar permitiendo la corrupción.
Aquí es costumbre establecer tal o cual
condición, así como el cuoteo, dejando de lado toda promoción de valores,
nombrando en cargos según el grado de amistad o “confianza”. La corrupción
sistémica y el padrinazgo para imponer los candidatos al pueblo, que calla; tal
vez no por falta de voluntad, sino por cansancio de gritar y pelear día y noche
para corregir cada atrocidad cometida a nombre del famoso “cuoteo político”.
Además, somos pocos y nos conocemos todos: De
repente sin querer, te encontrás rechazando a alguien muy cercano, pariente o
correligionario. Cansados del famoso ñembotavy,
pero igual, se termina aceptando resignado las nominaciones en los cargos.
Me decía un político: —“Para mí es crimen permitir ser presidente de un poder del Estado, a
una persona denunciada por plagio de tesis doctoral. Ya que si no respetamos, a
quienes serán los encargados de controlar y proclamar a los electos, como
autoridades de nuestra nación, ya no sirve ningún cuoteo ni acuerdo político.
Él mismo debió haber renunciado por dignidad y ética, como hombre de derecho”
Al no pedir aclarar este grave hecho, se vive
una corrupción sistémica en contra de los intereses de todos los ciudadanos,
solapada en supuestos acuerdos políticos, cuoteos, que solo sirven para dejar
impunes las violaciones de la Carta Magna.
El nuevo parlamento, esperemos que se decida a pedir aclaraciones sobre este
tema.