Se puede ofrecer trabajo para llegar a la
primera magistratura y luego de obtenerla, pensar ejecutar una gran
“racionalización” de la cantidad de trabajadores, que justamente hicieron
posible a través de sus votos y el de sus cercanos, que un partido volviera al
poder, luego de solo un periodo en la llanura.
Es como pedir código de ética para disminuir la
corrupción sistémica dentro de la administración pública paraguaya.
La corrupción es un hecho consumado y la ética
un “deber ser” a favor de quien la practique; pero es una norma imposible de
obligar a cumplir en un mundo tan globalizado y materializado por la economía,
donde la política se practica según la percepción y no la realidad.
Habrá tanta injusticia si la racionalización se
partidiza en los puestos públicos y se prioricen las empresas privadas de los
amigos y parientes como es costumbre, amoldando según la oferta y la demanda,
de la gran corrupción internacional, en asesoría y afines.
Si por lo menos, baja la corrupción en un 30 %,
el gobierno entrante no tendría necesidad de tocar ni un solo funcionario
público, pero, con la “formulita” tan bien manejada en otras épocas de simulacro
y propaganda, tendremos un oscuro manejo, donde la gran corrupción transitará como
la niña bonita, de un gobierno empresarial, olvidando los orígenes del partido
que lo llevó al poder.
Los buenos modales hacen feliz a los muy bien
formados en sociedad; pero, quienes no comprenden ni tienen la capacidad de
entender, solo el derecho puede bajar la corrupción sistémica del país, si
queremos progresar como nación.