La gran corrupción solo existe en los tres
poderes públicos de un país. Estado: cuyos ejecutores dentro de una institución
son lo funcionarios, responsables directos de cualquier práctica, hecho o acto
de corrupción; esta situación en interacción; con empresas privadas o
particulares, hace nacer una corrupción sistémica, para beneficiar generalmente
a un grupo o claque, a través de la interpretación de la ley, su cumplimiento o
su promulgación. Esto en perjuicio de la generalidad, de la población.
Vicio e ignorancia es igual a injusticia
sistematizada, para el pueblo. A esto, llama la TGC , corrupción intra ley o sistémica.
En democracia o en dictadura, por esa razón, es
difícil visualizar, la corrupción en forma objetiva, desde el punto de vista
ético.
Al ser respetado un artículo constitucional,
rellenado incluso en otra ley, a favor de la generalidad, de un país que por
décadas fue explotada por la corrupción sistémica: por la interpretación
realizada a través de los encargados de administrar justicia, a favor de una
empresa privada, sin otro argumento que recaudar y atormentar.
Amparados en una economía salvaje y sin
escrúpulos, cuyos ejecutores: quieren justificar diciendo que es en bien de la
banca nacional y la rapidez en la obtención de los créditos, se olvidan que
estamos viviendo en un Estado democrático; en un Estado de derecho, que no
admite violación de derechos constitucionales básicos.
Aquí no se aplicó, otra cosa más que sabiduría
y virtud, para dar como resultante la justicia.
El Paraguay está obligado a demostrar ante el
mundo, su interés en quitarse ese mote de “país más corrupto” de Sudamérica, y
para la doctrina de la curación social, para no permitir que criterios
subjetivos, nos califiquen por encima de la ciencia y del derecho.