El juego económico, tan inestable en
Latinoamérica: La desvalorización técnica utiliza la corrupción sistémica, a
cada segundo, llevando a la población a la incapacidad de progresar.
Todo convenio, de interés aparente para todos,
se monopoliza, por la fuerza o de facto; ya sea, comercial o políticamente,
sobre la base de sencillas cláusulas económicas, perjudicando, principalmente,
a los países que cuentan con grandes recursos naturales, atándolos de esa
forma, con la imposibilidad de obtener por su propia cuenta los medios
necesarios para explotarlos.
El MERCOSUR se ha politizado, dicen los
experimentados representantes nacionales. Sin embargo, desde su concepción,
esta comunidad regional tuvo como finalidad central el monopolio de los dos
socios mayoritarios del bloque.
Suman y siguen los acuerdos bilaterales; pero a
la hora de cumplir, jurídicamente, en base a criterios de justicia, la letra
del Tratado fundacional, surge normalmente la ignorancia disfrazada de
“cuestión política”. Ignorancia, que aunque evidente y prevaricadora, no es
admitida en ninguna forma por principio elemental del derecho, lo cual deviene,
inexorablemente en nulidad.
No hablemos de las monedas; de otros bienes,
así como de las concesiones y demás acuerdos. En nuestro país, hasta la compra
de simples maquinarias agrícolas, constituye causa material para la inmediata
desvalorización técnica, en perjuicio del Estado, y, finalmente, pagado,
íntegramente, por el pueblo.
La desvalorización técnica nos permite, hoy,
como paraguayos, conocer cuánto hemos sido perjudicados económicamente, a causa
de ser “el país más corrupto de la región”, siempre, según el criterio de
interesadas organizaciones internacionales, proveedoras de encuestas, que
manejan a nuestra paupérrima política, hoy un tanto alterada, al saberse la
voluntad del nuevo mandatario de hacer respetar los legítimos derechos del
Paraguay ante nuestros vecinos del MERCOSUR, una asociación que hasta hoy no
arrojó muchos resultados positivos para el país.