“Por algo somos campeones en
corrupción”, me decía un parroquiano del Bañado Sur, al escuchar los salarios
de primer mundo que perciben algunos.
Según la TGC, la ignorancia es
elemento de la corrupción sistémica, en todo sistema de poder. Sumado a la
falta de ética, de nuestros representantes, nos da como resultado la realidad
en el manejo de las cosas públicas. Que consigue hasta que la administración de
justicia, caiga en el prevaricato, tipificado y penado por ley.
Se debe comenzar a exigir la
aplicación, de las penas previstas para este grave delito en la función
pública. Para mejorar nuestra democracia, y devolver al pueblo su confianza en
las instituciones de nuestro Estado de derecho.
Al quedar abierto el telón de los “salarios
públicos”, el porqué de la gran corrupción en todo el país, la gente, entre los
basurales y las aguas pestilentes, reclaman justicia e igualdad ante la ley.
La democracia, nos permite con la
libertad, visualizar lo injusto en la administración financiera, de quienes nos
representan en las binacionales. Que hasta hoy solo han servido para engordar y
enriquecer a unos pocos; a costa de miles de sacrificados indígenas, hasta hoy,
burlados y despreciados por el Estado. Paupérrimo en su diario vivir, después
de haber sido asaltados en sus santuarios originarios, con la construcción invasiva,
sin dignarse, hasta hoy, las autoridades, ayudarlos para que mejoren su calidad
de vida.
Cooperar con esos hermanos nuestros,
sí que sería una señal de disminución de la corrupción sistémica; no la simple
transparencia mediática o populista. Que con fanfarria anuncia ‘cambios’, pero
que por la obscuridad en el accionar, terminan siendo más ignorancia, utilizada
a favor de unos pocos, con salarios de primer mundo, en perjuicio del erario
público.
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